Depresión navideña: cómo romper con las expectativas que causan ansiedad

No querer celebrar nada (o hacerlo a tu manera) es completamente válido. Romper con las expectativas irreales de esta época es el punto de partida para dejar de padecerla.

“Sé que hay una relación directa entre esta estación del año y lo melancólico; pero aún así sigo prefiriendo el frío. Y la melancolía también”. Es difícil afrontar otra Navidad cuando los antecedentes desde hace dos años remiten a muertes, confinamiento, incertidumbre económica y angustia por el futuro.

La tristeza y lo incierto como sentires constates que se vuelven más álgidos en el invierno atienden a factores de la sociedad moderna. El sistema de producción económico carnívoro y hostil, las construcciones intersubjetivas de la realidad y sentido que poco a poco se ven más individualizadas como relativas.

Depresión navideña muñeco de nieve triste
Tom Dick via Unsplash

Incertidumbre, ese constante oscilar entre lo que parece ser un panorama concreto cuando de pronto se desvanece frente a nuestros ojos. Tristeza, en ese reconocer inmediato lo tan frágiles que pueden llegar a ser las relaciones humanas.

La suma de estas dos tan potentes estructuras que dan forma al mundo pueden llevar a un vacío de realidad en uno mismo y el mundo. Quedando así, a la deriva, como un náufrago en un mar que no conocemos, al que vagamente se le llama vida. Pero de vida no tiene nada, pues desde esta perspectiva, todo parece estar muerto.

Estos dos años de pandemia y confinamiento, de muertes inesperadas y quiebres de patrimonio, son desesperanzadores. Lo menos que se necesita son ánimos vacíos respecto a la Navidad y su celebración familiar, que en ocasiones, se acompaña desde la hipocresía y los conflictos no resueltos.

Navidad triste/luces
Tim Mossholder | Unsplash

Se siente un aire de lentitud en el ambiente, como si todo se detuviese de manera innecesaria. En momentos tan arduos como este, es aborrecible sentir que el tiempo se detiene. Cuando es más necesario tomar el desastre por los cuernos para moverlo de nuestro camino y seguir; o en su defecto que camine con nosotros, pero que no estorbe demasiado.

Se anuncia en el amanecer una fecha donde en el papel, está presente la calidez de la familia, los amigos, el cariño, amor, regalos, risas, embriaguez de éxtasis navideño donde se puede poner punto final a los problemas y empezar de nuevo. Pero no, la vida es dura y no puede negarse. Lo mínimo que se necesita es empatía, un sentimiento difícil de acceder desde el individualismo.

Con todo esto encima algo se puede concluir: Navidad no es sinónimo de felicidad absoluta  y eso hay que aceptarlo.

Trastorno afectivo estacional: cuando las expectativas y las obligaciones nos rebasan

Es muy común que al aproximarse Navidad, una mayoría de personas experimenten sentimientos que les rasguñen el corazón y estremezcan el alma. Baja autoestima, pocas ganas de hacer las cosas, pérdida de apetito y cambios en los hábitos del sueño. Esos son los síntomas del trastorno afectivo estacional.

Según Harriet Bowyer, Psicóloga Clínica de la Universidad de Glasgow para The Conversation, la mejor manera de direccionar estos síntomas es externarlos, platicar sobre ellos, hacer válidos nuestros sentimientos negativos, acudir a terapia, salir a caminar para clarificar la mente, hacer ejercicio o llevar una buena dieta.

Y cuando se trata de Navidad, un buen principio es aceptar cómo nos sentimos. No querer celebrar nada es completamente válido. La ansiedad que puede provocar gastar grandes cantidades de dinero en regalos, parecer feliz todo el tiempo y reunirse con tantas personas puede evitarse.

Depresión navideña
Kieran White / Unsplash

Tampoco es necesario reunirse con toda la familia: si te hace sentir mayor comodidad, puedes tomar la iniciativa y organizar un evento a tu medida (y con tus reglas) con las personas que realmente deseas. Restar importancia a la noche del 24 de diciembre compartiendo con ellas en días previos o posteriores disminuirá las altas expectativas a propósito de estas fechas. Descubrirás que en Nochebuena no hay nada que no puedas hacer cualquier fin de semana.

Si se camina por el lado opuesto y la decisión de reunirse con la familia está tomada, la recomendación es mantener las expectativas bajas: no es necesario que todo sea euforia y felicidad, por más que se anuncie la importancia del evento desde hace meses y la publicidad taladre los sentidos. Mantener la certeza de que se trata de un evento más ayudará a disminuir la ansiedad, especialmente si no se considera un espacio seguro.

Sabemos que la Navidad no es una fecha extraordinaria para todo el mundo –y menos en esta situación atípica–, pero la clave para lidiar con una época llena de expectativas es conocer y aplicar las herramientas necesarias para afrontarla.

COMPARTE

contenido relacionado