Miguel León-Portilla, el gran guardián del pasado colectivo

A Miguel León-Portilla le debemos el conocimiento de nuestras raíces. Sin él, nuestro panorama sobre el pasado prehispánico sería demasiado pobre y vago.

Quizá la carga más grande que una persona puede llevar sobre sí es la memoria histórica de un pueblo completo. Sin embargo, para Miguel León-Portilla aquella fue, más que un peso, un honor. Durante toda su vida como académico e investigador recibió muchos premios, aunque, desde su mirada, su logro más grande fue su nombramiento como el gran tlacuilo de la lengua náhuatl. Puesto que supo cuidar y defender muy bien.

En las antiguas ciudades nahuas, el tlacuilo era uno de los personajes más importantes. No sólo era quien tenía el poder sobre la lengua, sino que era quien plasmaba la historia del pueblo entero. Un tlacuilo era el guardián de la memoria de todo un pueblo y León-Portilla hizo exactamente eso: preservar y recuperar la memoria perdida de México.

Para dejarlo claro, sin la pluma de Miguel León-Portilla los testimonios del pasado prehispánico serían escasos. Desde luego, los guardianes nahuas hicieron lo suyo transmitiendo la tradición oral de sus antepasados ¿Y qué ocurrió entonces con todo lo que quedó oculto bajo la ciudad? ¿Dónde están la cosmogonía y la ciencia primera de los antiguos mexicanos? León-Portilla trabajó codo a codo con las comunidades indígenas para que su historia, hasta el más mínimo detalle, surgiera del entierro –físico y social– en que se mantuvo en aras del progreso.

Cuando muere una lengua, ya muchas han muerto y muchas pueden morir

 

La cita anterior define a grandes rasgos la importancia del trabajo de Léon Portilla. Para que uno sea capaz de construir su propio pasado y también el colectivo, que no es otro más que el prehispánico.

La partida de nuestro gran tlacuilo deja un hueco en la intelectualidad mexicana, pero también un sinfín de páginas en blanco que deben, por el bien de todos, seguir escribiéndose con nuestra historia. No sólo la que está por venir, sino aquella que aún permanece oculta y que debemos descubrir para saber hacia dónde vamos. 

Descanse en paz.

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