2 de octubre 1968: un evento que sigue marcando la vida política y social de México.
Julio
Según informes, alumnos de las vocacionales 2 y 5 del Instituto Politécnico Nacional, situadas en la Ciudadela y de la Preparatoria “Isaac Ochoterena”, incorporada a la Universidad Nacional Autónoma de México, se encuentran en conflicto desde hace un año aproximadamente. La rivalidad entre estos estudiantados culmina en una serie de actos violentos sin cese. Era un día 22 del mes.
Hacia finales de julio, los alumnos de las Vocacionales se dirigen a la Preparatoria “Isaac Ochoterena” y apedrean su edificio. Sin respuesta a sus ofensas, estos optan por volver a sus escuelas. Es entonces cuando los granaderos que les escoltaban comienzan a provocarlos. Entre silbidos y gritos que se convierten piedras por el aire y empujones, el «cuerpo de seguridad» llega a la Voca 5 y golpea a varios alumnos en sus propias instalaciones.
Para el viernes 26 de julio, a las 19:30 hrs, se disolvía una manifestación en el antiguo Casco de Santo Tomás. Un mitin organizado por alumnos del IPN en contra de los actos ocurridos. De allí, un grupo no menor de 5 mil estudiantes con pancartas se dirige hacia el Zócalo; por varias horas se enfrentan con los granaderos. Solidarizados, agredidos también por la policía, estudiantes de la Preparatoria 2 de la UNAM toman su escuela.
A estos últimos se suman alumnos de las Prepas 1 y 3, en protesta por las medidas tomadas en contra de sus compañeros. En el IPN, las Vocacionales y algunas escuelas superiores se declara un paro indefinido. La huelga comienza a tomar forma para el domingo 28 de julio, ya con la participación de la Escuela de Chapingo y la Normal.
Violación a la Autonomía
Por la tarde del lunes 29 de julio, tras ser disuelto un mitin que estudiantes pretendían realizar en el Zócalo, se inicia el choque entre alumnos y «seguridad pública». La situación escala a tal nivel que interviene el ejército, cerca de la 1 de la madrugada, con un disparo de bazuka ante la puerta de la Preparatoria 1, el Antiguo Colegio de San Ildefonso.
Para entonces, policías y militares habían tomado las Prepas 2, 3 y 5 de la UNAM, y la Voca 5 del Poli.
Un día después (30 de julio), el Rector Ing. Javier Barros Sierra iza la Bandera Nacional a media asta en C.U. La Universidad estaba de luto y tomaba una postura clara ante las acciones realizadas por los «cuerpos de vigilancia y seguridad». Existe un total apoyo de las autoridades universitarias y éstas anuncian su disposición por encabezar la próxima manifestación, con tal de demandar respeto hacia la institución.
Así se da a conocer en un documento firmado por el rector y la UNAM el 31 de julio, leído en el campus universitario ante 30 mil estudiantes, profesores, autoridades y empleados.
Agosto
El 1 de agosto el rector encabeza una manifestación de protesta con cerca de 80 mil participantes, desde CU hasta la calle de Félix Cuevas, regresando a punto de origen.
A principio de mes, se constituye el Consejo Nacional de Huelga; acordándose y demandado el cumplimiento del primer Pliego Petitorio del movimiento. Es claro que no se llega a nada.
Llega el martes 13 de agosto: 150 mil personas se movilizan al Zócalo; para estas fechas, la Universidad Iberoamericana, la Universidad del Valle de México, el Colegio de México y la Alianza de Intelectuales, Escritores y Artistas, se encuentran en paro o huelga como muestra de apoyo.
Los aliados cada vez son más, el diálogo simplemente no llega y el Presidente Gustavo Díaz Ordaz y su Secretario de Gobernación, Luis Echeverría, no prestan atención a la magnitud del evento. Dos de los más grandes responsables del conflicto.
Llega el 27 de agosto: 400 mil personas acuden al Zócalo, se realiza el mitin programado y Sócrates Campos Lemus, uno de los jóvenes activistas del movimiento, pide que el tan buscado debate público sea realizado allí. Esto no se da como tal y él, con esta iniciativa, se convierte en un sospechoso agitador coludido con el gobierno.
Septiembre
Se pronuncia el informe presidencial de Díaz Ordaz. A pesar de diversos llamados para volver a clases y de muchos intentos por establecer diálogo con el Gobierno, la huelga persiste acompañada de diversas actividades políticas entre los estudiantes. Para la noche del miércoles 18 de septiembre, el ejército entra a Ciudad Universitaria; justificándose en que esos edificios (públicos) estaban ocupados ilegalmente por grupos extra-universitarios y ajenos a fines académicos.
Políticos culpan al rector Barros Sierra por no aplacar la situación. Le invitan incluso a agradecer la intervención militar, ante algo que «él no pudo controlar». La tensión se extiende por toda la ciudad; los estudiantes no paran de hacer brigadas para informar a la población sobre lo sucedido. Los mitines comienzan a acostumbrarse en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, cerca de la Voca 7. Un plantel que fue sede de sangrientos enfrentamientos y recinto jamás devuelto tras la usurpación de los militares.
Para el lunes 30 de septiembre, los militares dejan C.U. y los funcionarios toman posesión. La violencia sigue en el Casco de Santo Tomás y el campus Zacatenco del IPN.
2 de octubre
Un día antes, en dos asambleas celebradas frente a la Rectoría de Ciudad Universitaria, estudiantes universitarios y politécnicos reafirman su postura de no retomar clases mientras sus demandas no sean escuchadas. Se convoca al mitin que decaería en masacre y uno de los actos más crueles perpetrados por el Gobierno mexicano.
09:00 hrs. En la casa del rector Javier Barros Sierra, los representantes gubernamentales para el diálogo, Jorge de la Vega Domínguez y Andrés Caso Lombardo, se entrevistan con representantes del movimiento estudiantil: Gilberto Guevara Niebla, Anselmo Muñoz y Luis González de Alba. Se intenta establecer el cumplimiento de las tres condiciones previas para que hubiera diálogo: la salida inmediata de las tropas que estaban ocupando el Casco de Santo Tomás, el cese de la represión y la libertad de todos los jóvenes aprehendidos a partir de la intervención del Ejército en Ciudad Universitaria. La escucha no existió.
10:00 hrs. El Estado implementa operativos de vigilancia en zonas seleccionadas, bajo la instrucción de reportarse con regularidad. Los puntos de la Ciudad eran el Reloj Chino, la Asamblea Sindicato Mexicano de Electricistas, la Plaza de las Tres Culturas, el campus de Zacatenco, el Casco de Santo Tomás (ambos del IPN), la Ciudadela, Voca 4, Prepa 4 y el mitin en Ciudad Universitaria.
11:00 hrs. Militares vestidos de civil distribuyen gente armada, elementos pertenecientes al Estado Mayor Presidencial, en azoteas y edificios de la zona de Tlatelolco y Nonoalco. Se usaron francotiradores para inducir una respuesta armada a través del Batallón Olimpia del Ejército.
Por la tarde
16:00 – 16:30 hrs. Miles de estudiantes se reúnen en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. Aparece un tercer contingente en las inmediaciones, del cual nadie sabía su procedencia ni intenciones.
17:30 hrs. A través de un micrófono se informa que la marcha programada al Casco de Santo Tomás después del mitin quedaba suspendida. Hasta este momento, la asistencia se calcula entre 6 mil y 15 mil personas. Los números varían de acuerdo a testimonios y registros.
17:55 hrs. Luces de bengala fueron disparadas desde la torre de Tlatelolco: una señal para que los miembros del Batallón Olimpia (con un pañuelo o guante blanco en la mano izquierda) —infiltrados en la manifestación— iniciaran los disparos. Todo con tal de llegar al edificio Chihuahua, donde se encontraban los oradores del movimiento.
18:00 hrs. Con cerca de 300 tanques ligeros, unidades de asalto y jeeps, los militares cercaron la Plaza de las Tres Culturas. El Ejército ingresa a dicho espacio disparando hacia los manifestantes y hacia el edificio Chihuahua.
20:15 hrs. La masacre, aproximadamente, ha durado más de dos horas. Los principales dirigentes fueron detenidos y trasladados al Campo Militar Número Uno, donde algunos dicen que fue visto Campos Lemus identificando a sus compañeros frente a los soldados.
20:30 hrs. El Ejército impide el acceso a las ambulancias de la Cruz Roja y de la Cruz Verde, y son detenidos más de mil manifestantes. El resto de la noche, hospitales y centros de salud son tomados por la milicia, y la pesquisa se traslada hasta esos espacios.
23:00 hrs. Comienza el desalojo de vehículos militares.
Después…
La cifra exacta de hombres, mujeres y niños asesinados es aún desconocida. El número oficial es de 26 muertos y 100 detenidos. La Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU., mediante su embajada, establece que fueron entre 150 y 350 las personas asesinadas. Por seguro, fueron muchos más los homicidios de aquella noche.
A la mañana siguiente, la prensa vendida maquilló la verdad. El pueblo hizo la mirada de lado.
A diez días, los Juegos Olímpicos dan inicio en México. La sociedad mexicana se sumerge en la supuesta dicha de este honor y se da vuelta a la página más triste de los años 60 en el país. Aquí nadie supo, aquí nadie vio. Comienza entonces la cultura del encubrimiento y la lógica de los-revoltosos-que-se-lo-buscaron.
Posteriormente, se levanta el paro general y el Consejo Nacional de Huelga es disuelto. Tres años después sucedería El Halconazo, otra represión paramilitar contra estudiantes en la Ciudad de México; misma que devendría en un asesinato masivo. Luis Echeverría seguiría con el cargo de Presidente de la Nación para ese momento. Tanto él como Gustavo Díaz Ordaz, a pesar de sus más despreciables actos y declaraciones, jamás fueron fincados por los cargos de estos genocidios.
2 de octubre, 1968, es una fecha que sigue causando eco en las injusticias y movimientos sociales en México, así como en la investigación sobre la desaparición forzada en nuestro país. El Caso Ayotzinapa es sólo uno de ellos.
Con información recabada de: