En el deporte pasa como en el arte o en distintas áreas, porque al final, todo se inserta en un sistema patriarcal que es el sistema opresor más antiguo de la historia…
Marion Reimers – periodista deportiva
No podemos hablar de un sector específico para demostrar lo que afirma la experta en deportes; sin embargo, la práctica deportiva puede considerarse el área del espectáculo cuya industria ha crecido más y que mejor puede ejemplificar los ejercicios de opresión ideológica sobre las mujeres, dado que la Revolución Industrial generó la necesidad de encontrar esparcimiento –por sobre otros eventos históricos–, pero marcó definitivamente la exclusión del género para ese privilegio.
Nombres no faltan para saber que las mujeres hemos sido decisivas dentro del sector deportivo pero, en general, se nos ha enseñado muy poco de aquellas que son sumamente importantes para la historia del deporte en nuestro país y de impacto mundial; por ejemplo, las primeras que participaron en los Juegos Olímpicos: Enriqueta Basilio –primera mujer en encender un pebetero olímpico– y el equipo femenino de México ’71, cuando la selección jugó la final en la cancha del estadio Azteca frente a Dinamarca y obtuvo un segundo lugar. Grandes figuras que tras convertirse en entrenadoras y especialistas brillantes con el paso de los días, tienen que seguir derrumbando muros.
En dicho panorama, no se trata de quiénes nos han hecho creer (en específico) que el fútbol es cosa de hombres o que las mujeres antes mencionadas no trascienden en lo absoluto; hay un sistema del cual todos somos víctimas y que habría que repensar para cuestionarnos por qué las cosas se dieron así. La Iglesia, la educación, la familia, el gobierno, los medios de comunicación; todos plantean este tipo de construcciones patriarcales y es necesario si no buscar al culpable, sí deconstruir lo dado y abrir un nuevo esquema. En EE.UU. el fútbol históricamente había sido considerado como un deporte para mujeres, a diferencia de América Latina; depende de la cultura y el contexto. «No puedo decir quiénes, simplemente como sociedad nos hemos comprado la idea de que hay una cosa que es para un cierto género y otra para el otro, cuando en realidad simplemente es un juego que el humano inventó. No nació siendo para hombres», afirma Marion.
Durante la Primera Guerra Mundial, el fútbol femenil en Inglaterra era mucho más popular que el varonil, hasta que fue prohibido durante casi sesenta años. Si crecimos viendo únicamente a hombres practicándolo, ¿cómo no vamos a creer que es un deporte para ellos? Durante una plática con Marion Reimers, periodista y comentarista de deportes que este 1 de junio de 2019 pasa a la historia como la primera mujer hispanohablante que narra una final de la Champions, intentamos esclarecer por qué cuesta tanto que las mujeres seamos entendidas y respetadas en el contexto del fútbol –entre muchos–.
¿Qué tuvo que suceder para que México tuviera su primera liga profesional de fútbol femenil?
Marion Reimers – «El contexto internacional: hoy, la coyuntura global desde el «grab them by the pussy» (agarrarlas del coño) sentenciado por Donald Trump, que trajo consigo la urgencia del movimiento #MeToo, ha visibilizado mucho la lucha por los derechos de las mujeres y sobre todo por la igualdad, en donde la comunicación e internet también favorecen la difusión y democratización de los mensajes. Dentro de ese marco, México ganó junto con Estados Unidos y Canadá la posibilidad de ser una sede de Copa del Mundo; para ello, la FIFA tiene exigencias y una de ellas es la promoción del fútbol femenil.
Y esto realmente ha marcado un cambio significativo; ha resaltado las diferencias entre géneros, como los Estadios donde aún no permiten que jueguen los equipos femeniles –el Universitario entre estos– o la desigualdad de los salarios y de transmisiones televisivas cuando una mujer está involucrada. Por un lado, le ha abierto el horizonte profesional a muchas mujeres, poniendo sobre la mesa temas y áreas de oportunidad, y ha logrado que el rol de una mujer futbolista se adentre en la narrativa de los medios de comunicación, generando un mensaje para las niñas que en un futuro serán deportistas y –en el mejor de los casos– encontrarán las puertas abiertas».
El deporte es un megáfono de la sociedad en ese sentido…
Marion Reimers – «Claramente. Visibiliza desigualdades que existen en todo el resto de los asuntos y sectores. ¿En qué industria de México no se le paga menos a las mujeres que a los hombres? Hay mucho por cambiar. Muchos hombres en el fútbol se sienten amenazados, en lugar de darse cuenta de que no se trata de una lucha de territorios, sino de que estos no le pertenecen a ningún género en exclusiva.
El fútbol es una parte de la vida en donde el ojo está muy puesto; muchas más personas saben de la liguilla que de política, o están mucho más interesadas en saber lo que pasa con la Selección Nacional, que lo que está decidiendo la Secretaría de Economía. Ante esta realidad, es un medio de intervención que llega a millones de oídos; en ese sentido, es una gran oportunidad para visibilizar ciertos temas. Quienes están en el círculo del deporte no suelen interesarse en otras situaciones relacionadas con la equidad o los derechos humanos, y quienes están en el activismo tienden a un leve esnobismo frente al deporte y no voltean a verlo».
Un territorio político en que la mujer pareciera que debe «ganar» su papel…
Marion Reimers – «Yo creo que las mujeres no nos tenemos que ganar ningún derecho. Creo que los derechos se dan; el tema es que cuando no nos los quieren dar, hay que arrebatarlos.
Es decir, el derecho existe. Y el problema es cómo se ejerce. Versus –una organización no gubernamental que busca fomentar debates sobre la discriminación de género, clase y raza con el fin de mejorar los contenidos en el periodismo deportivo– nace por esta necesidad de poner en debate esta desigualdad y falta de perspectiva de género en el deporte. Nació con una campaña sobre las agresiones que sufren las mujeres al interior de esta industria, mismas que tenían que ver con nuestra participación en una arena preponderante e históricamente masculina.
Se ha generado desde entonces en Versus una conversación y una reacción enfocadas a la promoción del deporte femenil, la inclusión de personas con discapacidad y de la comunidad LGBT+. Ésta es una organización única en su tipo; un esfuerzo que no existía para poner sobre la mesa estas conversaciones.
Las desigualdades de sueldo y otras diferencias, acoso, clubes de Toby en donde los hombres cierran tratos entre ellos en lugares donde las mujeres ni siquiera podemos entrar y el hecho de que seamos utilizadas como accesorios para anunciar productos sin tomar en serio la carrera periodística: No creo que haya mucha diferencia entre lo que sucede en el deporte y otros sectores. Debemos hablarlo.
Las reacciones a esta iniciativa han sido desde amenazas de muerte y violación, que fueron superadas por las muestras de apoyo de gente que no sabía que existía esa clase de violencia. A muchos hombres esto les significa una pérdida de privilegios y los confronta con lo que hacen mal, con tener que reconstruirse y que la gente los vea como lo que son, asumir una responsabilidad como personas que trabajan en medios de comunicación.
Los estereotipos siguen existiendo, Versus ha propiciado, entre otras acciones, la discusión y los cuestionamientos entre personas que se han dado cuenta de que es necesario replantear cómo nos referimos a las mujeres en medios de comunicación; el decir «la esposa de», «la hija de», o cuando hablamos de la Selección Nacional y damos por hecho que implícitamente nos referimos a la Selección Varonil Mayor. Es necesario darnos cuenta del espacio que se le da al deporte varonil con notas irrelevantes, o cuando hablamos de «mexicanos en el extranjero», pero nunca sobre lo que hacen las mexicanas en el mundo y el deporte. De la falta de profesionalización en la comunicación de los deportes, especialmente del fútbol, cuando de lenguaje se trata y cómo transmitimos los mensajes que nos abren una brecha de diferencia entre géneros.
Lo que nos corresponde a los aficionados es consumir y pedir noticias de los equipos femeniles, ir a los estadios, seguir a las jugadoras, castigar a los medios que no contribuyen o que incluso se mofan de la situación. Dejar de lado la postura snob ante el deporte, como si se tratase de poco intelecto; el deporte toca muchos otros temas con intersecciones muy interesantes que retratan y transforman a la sociedad un gol a la vez».