Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
duchamp koons jumex apariencia desnuda

Muerte y resurrección del arte: qué tienen en común Jeff Koons y Marcel Duchamp

La naturaleza humana como fábrica de deseos es uno de los ejes conceptuales de dos de los artistas que transformaron el arte del presente: Marcel Duchamp y Jeff Koons.

El pasado miércoles, la Casa de Subastas Christie’s devolvió a Jeff Koons el título del artista vivo más caro del mundo. Al día siguiente en el Museo Jumex se realizó la presentación para prensa de la exposición Apariencia desnuda donde el artista afirmó que lo más importante en su vida en este momento es la inauguración de su primera muestra en México -un país que le resulta tan surrealista como a Breton- bajo una propuesta que explora las coincidencias conceptuales y formales de su obra con la del artista más transgresor del siglo XX: Marcel Duchamp.  

La trascendencia, el deseo, la mercancía, el gusto y nuevas formas de pensar el arte y el yo son algunos de los tópicos que ambos artistas plantean en sus obras.

Al difuminar los límites entre la vida y el arte, su propia intimidad se desnuda para los fines del mismo. Si en la serie Made in Heaven Koons atravesó su propia vida y la relación con la actriz porno Cicciolina para exponer la condición humana, Duchamp lo hizo con su propia muerte. En el ensayo publicado por el artista visual, escritor y videoasta Donald Shambroom, Duchamp’s Last Day , se interpretan las últimas horas del artista partiendo de una anécdota que relata que pocos minutos después de que muriera el padre del ready made, su colega y amigo Man Ray tomó una fotografía del cadáver. Así, la última fotografía del genio del arte del Siglo XX titulada Marcel Duchamp en su lecho de muerte pudo ser la última obra de arte del artista, en colaboración con Man Ray, lo que culminaría su vida convirtiéndolo en un ready made de la certeza más humana posible: la muerte.

Una obra es una oda al amor cursi sin perder su lado carnal y erótico, la otra una reflexión sobre la autoría y la efímera naturaleza humana. Ambas, obras que transforman la vida privada de dos artistas en un simulacro que alimenta la pregunta acerca de quiénes somos realmente.

El simulacro del objeto: el ready made como enemigo del “buen gusto”

“Siempre me ha fascinado su idea del ready made, del producto de consumo que no puede incluirse en la jerarquía de una estética convencional. Con él, me di cuenta de que los objeto son metáforas de las personas, que tienen el poder extraordinario de crear comunidades de personas a su alrededor”. Jeff Koons

Mientras Marcel Duchamp cuestionaba el papel del autor en la obra y la voluntad del artista, Koons confiesa un romance con la banalidad del objeto cuya presencia rutinaria lo alimenta como cliché, y se pregunta qué dicen los seres inanimados que nos rodean acerca de nuestros deseos y hábitos de consumo, mismos que aprovecha el sistema económico de las aspiraciones reforzadas por la publicidad y los medios.

Ante esta pregunta siempre podemos recurrir a una de las primeras piezas de Koons: la serie Horror Vacuums.

“Si Koons es una especie de santo patrono de los suburbios -y su estilo de vida- entonces su serie de aspiradoras Hoover de la década de los 80 podrían ser su retablo”, así se ha descrito el papel de esta instalación cuya luz fluorescente funciona como recordatorio del brillo de la innovación estadounidense de la posguerra, en la cual los objetos domésticos se convirtieron -gracias a la publicidad- en tótems sagrados del sueño americano. Se trata de una premonición de aquello en lo que se convertiría la máquina a través del siglo XX cuya «apariencia desnuda» -como nombrara Octavio Paz al trabajo de Duchamp frente a los objetos- no es más que la revelación del objeto como un cuerpo que muestra su verdadera naturaleza.

Si los objetos de Koons son metáforas de las personas y los ready mades de Duchamp manifiestan nuestra relación con lo que nos rodea, la esencia de la obra de ambos artistas es en realidad el deseo erótico provocado por los cuerpos inanimados en los cuales satisfacemos nuestros vínculos aspiracionales.

Existe una relación entre la sexualidad y los objetos de consumo, y ese deseo se manifiesta en los escaparates.

“Erotism is the only “ism” in which I believe”. Marcel Duchamp

Ocultar y revelar es la base para las economías del deseo, como el curador Massimiliano Gioni explica con base en “lo atractivo de lo inorgánico”, concepto propuesto por Walter Benjamin, que en la producción de Koons está estrechamente relacionado con la publicidad que re-presenta constantemente los objetos cotidianos para convertirlos en réplicas del deseo, mientras que para Duchamp el consumismo se resume a un encuentro placentero del espectador frente a una vitrina que le muestra lo que desea (en secreto). El gran vidrio de Duchamp representa ese umbral traslúcido donde los objetos comunes se «sacralizan» y se convierten en motor del eros más egocéntrico sobre el cual se fundamenta la sociedad de consumo.

Después de La fuente de Duchamp, el gusto, la belleza y los estándares tradicionales del arte se desplazaron a un papel secundario, y cuando Koons, a finales de los setenta, descubrió la obra de Duchamp halló en los ready mades una auténtica celebración del placer y con ello, la fetichista estética comercial, la erótica por los aparatos, como los electrodomésticos recontextualizados apelando a la atracción hipercapitalista. 

Al morir la noción tradicional del gusto, la resurrección del arte es su posible democratización.

Al respecto Koons afirma “mi obra no segrega, nadie que haya visto mi obra ha sentido nunca que le hablara con condescendencia: el espectador siempre tiene que sentirse por encima de ella”. El autor se aleja de nociones y categorías como kitsch que tiene implícita una carga que menosprecia el gusto del «otro». Su obra se trata de aceptación, de libertad, el mensaje que esculpe para el otro es tan aparentemente simple como “decirle que su propia historia cultural es perfecta y que tenía que aceptarla tal cual era”.

Acercarse a sus piezas contemporáneas implica un enfrentamiento constante con la culpa de no pertenecer a la «élite de la alta cultura» y para ello emplea -irónicamente- referencias a los grandes maestros del arte, obras como El Origen del mundo de Courbet se presentan como materia intelectual para la serie Made in Heaven, misma de la que Duchamp se apropia en la pieza Étant donnés; o La Gioconda de Da Vinci cuyo ready made duchampiano L.H.O.O.Q la presentó con bigote en 1919 y en 2015 Koons incluyó en la serie Gazing Ball, cuyo regalo al espectador es permitirle formar parte de aquellas obras que nos parecen tan lejanas. El arte de Koons, como el de Duchamp, juega con su construcción de objeto de culto para evidenciar la superficialidad de su contexto. 

Si el arte ha muerto y la obra se ha vuelto mercancía, la pregunta de la curadora María Emilia Fernández es ¿qué pasa con nuestra identidad cuando adquirimos una mercancía que al igual que la obra de arte refleja nuestros deseos?

Jeff Koons y Marcel Duchamp nos enfrentan a quiénes somos, pero sobre todo a aquello que aspiramos ser. En palabras de Koons “se trata de usar al público como un ready made” mientras observan las contradicciones del mundo -como el del mercado del arte- pero a la par descubren que la verdadera fábrica de deseos somos nosotros mismos.

Si Duchamp significó para el arte la muerte de la autoría, Koons le ha devuelto la vida en infinitas posibilidades en las cuales el espectador es fundamental, como bien señala el autor, obras como Rabbit –ahora la más cara del mundo con valor de 91 millones de dólarespueden ser lo que tú quieres que sean, un reflejo, una crítica, un híbrido; para este artista no se trata de hallar y descontextualizar el objeto existente como en el objeto desnudo de Duchamp, se trata de crear una réplica precisa, un simulacro, cuyo secreto y revelación sea observarte a ti mismo a través de tus placeres (culposos).

“Creo que mi obra trata sobre el deseo. Y el deseo es maravilloso. El sexo se basa en el deseo. Creo que de eso trata mi obra, de la idea de sentirse atraído por algo y el deseo de satisfacer esa atracción. O trascenderla”. Jeff Koons

Sé testigo de este diálogo entre ambos artistas en la exposición Apariencia desnuda: el deseo y el objeto en la obra de Marcel Duchamp y Jeff Koons, aun curada por Massimiliano Gioni, que se presenta en el Museo Jumex del 19 de mayo al 29 de septiembre y propone un juego de reflejos y resonancias entre la obra de dos mentes cuyas ideas transformaron radicalmente el presente del arte.

Fuente principal: Cuadernillo #17: Apariencia Desnuda. El deseo y el objeto en la obra de Marcel Duchamp y Jeff Koons, aun publicado por el Museo Jumex.

COMPARTE

contenido relacionado