Traer hacia fuera lo que nos hace nosotros. Bajo esa premisa podríamos resumir la dirección primaria que ha tenido Nike a lo largo de su historia contemporánea. Especialmente cuando hablamos de aquella cápsula expuesta que hoy le hace tanta fama; cuando hacemos un recuento de las consecuencias que tuvo ésta en el mercado, la cultura y la moda.
Inicios
Con esta pequeña pero potente innovación, Nike revolucionó las normas del juego e hizo del mundo del sneaker un tema para la humanidad entera. La historia comenzó en 1977 cuando Frank Rudy, inventor autónomo y antiguo trabajador de la NASA, fue contratado por la marca del swoosh para desarrollar técnicas de amortiguación en sus tenis. Rudy entonces desarrolló lo que hoy conocemos como Air, una unidad de aire –que es en realidad nitrógeno– en la suela del zapato para amortiguar todo movimiento humano al andar.
Esta idea tan brillante, la de colocar pequeñas bolsas de aire en las suelas del calzado deportivo para suavizar el impacto, después de haberla intentado vender a 23 compañías que le rechazaron, hizo que los límites decidieran romperse una y otra vez a partir de entonces para la marca más famosa de kicks.
Después del éxito de algunos modelos enfocados principalmente en la carrera a pie, como el Tailwind de 1978, un grupo de investigadores de la Universidad de Tennessee pidió a 10 atletas que corrieran en una caminadora usando la silueta antes mencionada; el descubrimiento: los corredores gastaron menos energía al ejercitarse en calzado con tecnología Air (en comparación con el tenis convencional). La siguiente meta era, así, conquistar no sólo a los compradores especializados, sino al público entero. Nike Air se preparaba para dominar todo horizonte.
Visibilidad
Fue a mediados de los 80, cuando Nike gozaba ya de una fama absoluta y el planeta se enfrentaba a una revolución cultural mucho más urbana y alternativa, que Tinker Hatfield, un hombre que había sido contratado como arquitecto para desarrollar las tiendas de Nike, de a poco comenzó a ser requerido en los diseños del calzado. Inspirado en el Centro Pompidou de Paris, un edificio que tiene gran parte de sus mecanismos o espacios de transición fuera del mismo, pensó: «¿por qué no sacar el Air y que se vea mediante una ventana en la mediasuela?». La respuesta todos la conocemos.
Con un gran apetito por intentar cosas nuevas y diferentes, con la energía creativa que caracterizó a los años 80 en términos de quiebre estético, la tecnología Air se hizo visible. Literalmente. La plataforma de amortiguación más relevante de Nike, quizá lo más importante en el núcleo de identidad en la marca, se dejó ver para que la ingeniería deportiva y la cultura de diseño se conectaran por primera vez.
Fue en la década siguiente, tan plagada de eventos revolucionarios como el auge la internet, el posicionamiento del streetwear como estilo omnipresente en cualquier latitud y la avanzada del hip hop, que la silueta Air evolucionó paulatinamente no sólo en sentido estético –desde el modelo 90 hasta el Plus–, sino como una declaración política y social hecha indumentaria.
Hoy
La silueta Air en cualquiera de sus versiones, siempre propiciando modelos atemporales, es sinónimo de reinvención y tradición en una sola forma; hoy, el nuevo Nike Air Max 720 cuenta con la cápsula Air más alta de la historia y representa el más reciente logro del equipo de Innovación en Manufactura de Nike que, a su vez, rinde tributo a la evolución de su tecnología. Siempre ir más allá, siempre dar más de lo que se espera.
En el último modelo de esta historia, como parte de la inspiración que le trajo al mundo, se buscó plasmar de alguna manera la energía del aire y se pensó en momentos específicos de la naturaleza que representaran la fuerza y energía de ésta; como el espectáculo de las auroras boreales de día o de noche, el amanecer, el atardecer, el bosque, el mar y las galaxias.
