El lujo y el diseño en México no podrían escribirse jamás sin el léxico de la tienda LAGO. De no tener los trazos ni las codificaciones que su curaduría de marcas provee, la creatividad no podría entenderse por completo en este lado del planeta. Generando más y nuevas narrativas para la moda, el mobiliario y el cuidado personal, el glosario de la imaginación latinoamericana que propone este espacio es, en definitiva, uno de los más completos que podemos hallar en la Ciudad de México. Un vocabulario tan vasto y tan finamente esquematizado, que bien puede funcionar tanto para explicar nuestro mundo, como para ser admirado sin más. Cargado de visualidades y propósitos tan profundos, este punto de la urbe es epicentro indiscutible de esta lengua llamada ingenio.
Algo muy importante es que LAGO es muestra y espacio heredero de una revalorización en torno a lo latinoamericano durante los últimos años. Una evolución reivindicativa al «hablar diseño» más allá del inglés, el francés y el italiano. Una reapreciación en clave local. Un ojo agudo y respetuoso frente a lo cercano. Lo propio, incluso.
Antecedentes de Tienda LAGO
Primero, LAGO resulta legatario de un período muy particular en México. Un episodio en nuestra historia que se encargó de enaltecer la tradición y las estéticas de la América precolombina. Un proyecto nacional que se encargó de repensar lo mexicano, trayendo de vuelta las formas y sentimientos de un país previo a la Conquista española. Así como 60 años atrás, cuando la identidad mexicana buscaba su propia revitalización —o incluso hace 200, cuando el espíritu de un Estado sólido era urgente durante sus primeros días independientes—, hoy toda labor de apreciación por lo local comparte el mismo objetivo. Crear unidad. Edificar personalidad.
En ese mismo rubro se encuentran el Museo de Arte Moderno bajo la dirección de Fernando Gamboa y la mítica exposición El arte en la vida diaria en las salas de Bellas Artes durante 1952. Incluso, podemos hallarlo en la inauguración del Museo del Templo Mayor durante los años 80.
Más cercano a nuestro tiempo, dos pasajes cruciales. Para empezar, una nueva ola de diseñadores y creativos en los 2010. Un grupo de nuevas mentes que tanto en México como Latinoamérica comenzaron a inundar las redes sociales y a organizar nuevas (y necesarias) plataformas para mostrar su trabajo. Después, la pandemia de 2020; un escenario donde los productos regionales y el apoyo a las economías locales re-enfocaron hacia la creatividad más cercana.
De esta manera, LAGO puede entenderse como el archivo vivo de un diseño que mira hacia sus orígenes latinoamericanos y habla para sus propias comunidades, antes que querer imitar o asimilar tendencias del extranjero. Y que si en este camino reformula o da continuidad a los saberes tradicionales de su región-fuente, mejor aún. Éste es un espacio que piensa en latinoamericano y se impulsa desde esa lógica de enaltecimiento.
Nueva ruta
Así, hubo un tiempo en que caminar por la Avenida Presidente Masaryk —CDMX— era sinónimo de pasear por una calle (mayoritariamente) comercial donde lo extranjero significaba más. Donde la importación era mucho más todavía. Lo otro era mejor. El lujo estaba ligado con lo extranjero. Si se quería demostrar lujo y algo que dio en llamarse «buen gusto» se necesitaba entonces de una gran etiqueta europea, estadounidense cuando menos, e incluso una bolsa de cartón que hubiera pasado por aduanas.
Pensar que el diseño y la creatividad con origen en México o Latinoamérica tuvieran un punto en esta columna vertebral de nuestra urbe era desafiante. Un sueño. Quizás una fantasía rebelde. Y no estamos asegurando que LAGO haya sido la primera de esta naturaleza en Masaryk. Pero sí podemos decir que es uno de los pilares fundamentales en la calle de mayor lujo en CDMX cuando se trata de potenciar a marcas germinadas en este otro rostro de la Tierra. De espabilar nuestros sentidos con propuestas únicas y llenas de magia. Esparciendo, siempre, la confianza de que lo tenemos todo para competir con marcas internacionales; para hacer que nuestras estéticas se emparejen con otros savoir-faire del mundo.
Desde 2015, cuando Gina Barrios y Alessandro Cerutti abrieron por primera sus puertas para convertirse en uno de los núcleos de mayor impacto para el consumo de creatividad y estilo de vida local, el proyecto no se ha detenido ni un solo minuto. Ni siquiera durante la pandemia, cuando tuvieron que acelerar su paso hacia el comercio en línea. A su ecuación de impulso se le suman el mercado de diseño emergente Mercado Escondido, la feria profesional Caravana Americana —donde siempre puedes encontrar maravillas emergentes— y el mercado itinerante de diseño Latinoamericano Caravana Destination.
Qué marcas se venden en Tienda LAGO
Trabajando muy de cerca con las marcas y siempre bajo la curaduría de sus fundadores —quienes conocemos el trabajo de Gina Barrios sabemos que su búsqueda por la perfección es implacable—, la propuesta de LAGO es poderosamente sólida. Entrar a su flagship es igual que adentrarte a una profesional galería de arte. A un salón de diseño contemporáneo. A un templo donde la belleza reina, mientras es profundamente adorada.
Entre sus marcas podemos encontrar a Pau Román, Artesano, Colorindio —que tu casa debe tener algo de ellos, por favor—, Lorena Pestana, Fenomena, Boca MMXII, Carla Fernández, Alejandra Raw, Cancino, In the Middle, Sandovalis —una marca de perfumería mexicana hecha a mano que debes conocer— y 1/8 Takamura, entre muchos otros nombres clave en la industria.
Ubicación y horarios de LAGO
En Avenida Presidente Masaryk 310, en un horario de lunes a domingo, de 11 a 20 horas, la tienda más cool de todas te espera con una curaduría de Perú, Colombia, Ecuador, Argentina, Brasil y México.
Hablar latam, de eso se trata hoy.