Praga es un rincón cultural justo al medio de Europa, donde más historias se pueden escuchar (y hacer) al andar. La capital checa se ha visto envuelta a lo largo del desarrollo humano, especialmente durante el siglo XX, en diversos episodios que marcaron al mundo y a la vida particular del viejo continente; su geografía –Alemania, Austria, Eslovaquia y Polonia rodean a la República Checa– le convirtió en escenario indispensable para la narrativa moderna de la civilización. Las dos guerras mundiales, la persecución nazi, la avanzada del comunismo al norte europeo… todo en un contraste estético que conjuga al medievo, el urbanismo renacentista y la arquitectura barroca, con una sociedad impactada por las guerras del siglo XIV, la invasión germano-católica y su paso por el Comecon. Lo cual, ha dado por resultado a esta ciudad vigorosa, propositiva y de cierto aire nostálgico. Un destino que guarda en sus estructuras y anécdotas el espíritu humano de la transformación y la contemporaneidad en todos sus sentidos.
Si quieres conocerlo más a fondo, no puedes perder de vista los siguientes puntos en el itinerario de tu primer encuentro con una de las capitales más representativas del viejo mundo.
El Puente de Carlos es el más antiguo, emblemático y bello de la ciudad. Con sus 16 arcos, sus 30 estatuas barrocas y sus tres torres, une Malá Strana con Staré Město, es decir, el Castillo de Praga con la Ciudad Vieja.
El Castillo es el conjunto arquitectónico más famoso de Praga. Abarca la Catedral de San Vito, el convento de San Jorge y el Palacio Real, entre otros edificios. Allí vivieron reyes de Bohemia, emperadores y presidentes checos.
El Callejón del Oro, escoltado por coloridas casas de pequeñas dimensiones, lleva ese nombre gracias a los orfebres que las habitaron, aunque fueron construidas para los guardias reales. Busca la casa con el número 22, donde vivió la hermana de Franz Kafka.
Museo Franz Kafka ubicado en una antigua fábrica de ladrillos, a orillas del río Moldava, resguarda interesantes objetos relacionados con el famoso escritor nacido en la ciudad.
Los Jardines del Senado, también conocidos como Jardines de Wallenstein, fueron construidos con toda opulencia para opacar al Castillo (que se observa en lo alto).
La Plaza Vieja es uno de los hitos ineludibles de Praga y está rodeada de algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad, como la iglesia de Nuestra Señora de Týn, el Antiguo Ayuntamiento con su torre y el célebre reloj astronómico que acaba de ser restaurado y que cada día a las 12 pone en marcha su mecanismo.
El Barrio Judío, conocido como Josefov, está ubicado en la zona donde en la actualidad se han instalado las tiendas más exclusivas. Allí se pueden ver varias sinagogas, el Museo Judío y el Cementerio Judío, que por falta de espacio llegó a tener 12 niveles.
La Casa Municipal es una excelente muestra de arquitectura modernista con un interesante mosaico en su fachada, además de estucos y estatuas. Allí se encuentra la principal sala de conciertos de la ciudad y tiene una bella cafetería para hacer un alto durante las caminatas por la ciudad.
El Monasterio de Strahov es un remanso encantador, con una biblioteca realmente bella. Y, además, vale la pena darse una vuelta por el distrito en el que está ubicado, donde se pueden ver viñedos, tomar cerveza artesanal y obtener algunas de las mejores vistas de la ciudad.
La Plaza de Wenceslao toma su nombre del patrono de Bohemia (cuya estatua se levanta justo enfrente del Museo Nacional) y es el centro de la vida cultural y comercial de la ciudad.
Destacados:
No dejes pasar la oportunidad de ir a una función de Teatro Negro. Aunque también puede interesarte ver marionetas en el país donde fueron declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Otra opción única es disfrutar las puestas en escena de la Laterna Magika, en el Teatro Nacional.
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Praga para iniciados:
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