La pregunta llega. Incluso es incómoda. Si me siento vacío… ¿Entonces de que estoy lleno?
La sensación de tener un hueco en el pecho suele ocurrir con mayor frecuencia en los últimos días. Se ha convertido en lo común. De repente, sólo sientes que nada tiene sentido. Que el trabajo es agobiante y aburrido. Salir con los amigos ya no es divertido y se ha vuelto pesado. No quieres ir al cine ni al teatro. Actividades que antes disfrutabas, hoy suelen estar llenas de pretextos para no hacerlas más.
Comprar cosas puede amortiguar la sensación por un momento. Seguro lo has intentado. Pero después de unos días, todo sigue absolutamente igual. Ya tienes el clóset lleno y las tarjetas de crédito a tope. Endeudadas. Y, aun así, la sensación de que nada está bien vuelve.
Ya checaste la dieta. Revisaste si dejas de comer algo o si le bajas al café. No vaya siendo que tus vicios alimenticios te estén descomponiendo el ánimo. Ya contestaste los test de una revista y, al final, no te dicen nada; sólo aseguran que te hacen falta cosas nuevas (¡!). Pero ¿qué o cuáles son esas cosas? ¡¿Qué puedes intentar que te haga sentir vivo otra vez?!
De la nada, tu cama suele ser un buen lugar para estar. Dormir se hace una manera de pasar las horas; a veces, despiertas en medio de la noche para preguntarte qué tienes. Si realmente no hay una preocupación vital que te haga sufrir insomnio. Y aunque la gente a tu alrededor te sigue preguntando qué te pasa, no puedes dar una respuesta clara. Simplemente te sientes vacío.
La familia suele decirte que no pasa nada; que sólo son momentos de la vida y que no les hagas caso. «¡Si tienes todo! Seguramente pasará si dejas de pensar en ello»… Pero sencillamente no puedes dejar de afligirte y de suponer qué es lo que sucede.
La pregunta que surge es interesante. «Si tengo todo y no tengo nada, entonces ¿qué tengo?»
Este fenómeno, según muchos médicos, es el estrés de la posmodernidad. De lo contemporáneo. Lo tratan con ligereza y comentan: «¡Pero si eres joven! ¡Tienes mucho por qué vivir y muchos años para hacerlo!». Dicen que mejor te tomes alguna pastilla para que puedas continuar siendo funcional, con tal de que no afecte tu trabajo o tu vida.
Obvio, después de hacer algunos análisis para checar que realmente no tengas nada en el cuerpo, ya pagaste un dineral en los estudios y todos los síntomas apuntan a una depresión. Aunque al final, no tengas un motivo determinado para estar deprimido.
Para colmo, las pastillas tampoco te resuelven. Ya las tomaste por varios días y nada.
Los amigos no te comentan que andan igual. Pero sí. Han pasado por lo mismo y dicho ni una sola palabra. Porque da mucha vergüenza aceptar que de noche las cosas se ven diferente. Que han hecho lo mismo que tú, sin resultado alguno.
En fin. Al término del día, cuando dan las dos de la mañana y el sueño no aparece como debería, cuando nadie contesta el teléfono y la televisión no resuelve la situación, cuando los libros no parecen ayudar a conciliar el sueño y ni la taza de leche o de té tienen en el fondo de ellas una respuesta, en ese momento, sientes que realmente tienes un vacío.
Acudir al psiquiatra o al psicólogo da pena, porque a pesar de ser un mundo altamente conectado con la medicina más moderna, parece que todavía ir con estos doctores significa una locura incurable. «¿Y si me dicen que estoy loco? ¿Qué voy a hacer?»
Vacío Existencial
Tenemos buenas noticias. No es una locura como tal. Es un vacío existencial. Es curable y es una sensación mucho más común de lo que se piensa. No respeta origen, sexo, edad, condición laboral, ni nada. Lo mismo le da al jefe que al empleado. Que a la señora del metro, que al joven que tiene todo, que a la adolescente más privilegiada.
Según Viktor Frankl (2003), creador de la Logoterapia (la terapia centrada en el sentido de la vida), el Vacío Existencial es una nueva manera de padecer en esta época. Es una neurosis de nuestro tiempo. Del espíritu. En otras palabras: no la sufre ni el cuerpo, ni la mente; razón por la cual todos los padecimientos no pueden ser ni curados, ni explicados por especialistas.
Es una cuestión existencial que responde a un llamado ante la falta de sentido. Es una manera de decirte a ti mismo que llevas mucho tiempo perdiendo la vida en aquello que realmente no es esencial a los ojos y que en este tiempo pocos pueden ver. Eso que las pastillas no resuelven; que lo soluciona la voluntad de encontrar algo que le dé ruta a la vida. Es decir: cuando hallas un para-qué-vivir.
¿Y cómo se encuentra sentido?
¿Cómo en medio de esta ciudad encuentras lo invisible a los ojos y aquello que puede darle un para-qué a tu vida?
La respuesta de Frankl sobre cómo encontrar sentido viene a través de los valores vivenciales. Los cuales éste define como aquellas situaciones donde descubrimos lo que el mundo nos da todo el tiempo –todos los días–. Enriquecemos nuestra existencia a través de la experiencia, el encuentro y el amor. Siéntate cada mañana y redescubre lo que te gusta; el olor del café, el tacto a una suave toalla de baño, la calidez de tu ropa, los rayos del sol, la mascota que está en casa. En fin, volver eso visible es un acto de voluntad y de elección. Hay millones de valores vivenciales qué descubrir para afrontar tu vacío existencial.
Los otros valores que dan sentido a la vida son los creativos. Aquellas cosas que hacemos y que damos al mundo. Es fundamental darte cuenta de lo hábil que eres para muchas cosas que haces a diario; y no sólo en el trabajo o en la escuela, sino en tu espacio vital. Eso que cuando le haces te sientes pleno. También esto será un reto descubrirlo. ¿Hace cuánto tiempo que no aprecias tus habilidades? Cuando descubras que siempre haces cosas con tanto disfrute, podrás sentirte lleno de nuevo.
Y aunque no lo parezca, para Frankl, el valor de la actitud en medio de una situación dolorosa es lo que más sentido aporta a nuestras vidas. Si estás en medio de este vacío existencial y sufres, pero has decidido salir de esto para estar mejor y aprender algo nuevo de ti y de la vida, entonces tienes la actitud. Y eso hará que puedas encontrar dentro de la monotonía, aquello que le da sentido a la vida.
Nadie dijo que era fácil. Es una cuestión de actitud. Puedes encontrar sentido en cada momento de la existencia; sólo es una elección ponerlo en práctica y descubrir una oportunidad única de hacerlo diferente. De encontrar plenitud una y otra vez en medio de un mundo caótico y confuso.
Al final, el vacío existencial es una excelente oportunidad para que recuerdes lo lleno que estás. Lleno de encuentros, vivencias, amor, habilidades y capacidades.
Bibliografía recomendada:
Frankl, V. (2010) El hombre en busca de sentido, Editorial Herder, México