Aparición y vacío: reflexiones de la lucha feminista después del 8 y 9M

Después de un par de jornadas históricas, planteamos 12 reflexiones sobre la lucha de las mujeres en la periferia, las que se unieron por primera vez al movimiento y el futuro del feminismo en México

La aparición y el vacío. Hay días que contienen siglos de historia y el 8 y 9M de 2020 fueron dos de ellos. En menos de doce horas, la organización pasó de una manifestación de aparición que llenó el espacio público que le es negado cotidianamente, a una ausencia sepulcral.

La marea morada. Ni siquiera en un simple conteo las cifras oficiales dejan de ser mezquinas. 80 mil mujeres es un cálculo conservador para la marea que se desbordó desde Paseo de la Reforma –aunque la marcha iniciaba en el Monumento a la Revolución– hasta el Zócalo durante cinco horas ininterrumpidas.

Silvana Flores (@svatouille)

No-es-tás-so-la. Ya sea fuera de un juzgado ejerciendo presión, parando las universidades, creando protocolos de género, acompañando jurídica o psicológicamente a víctimas y familiares, mapeando las violencias machistas o confrontando a los agresores: La lucha de las mujeres demostró una vez más su poderío todoterreno que radica en la sororidad.

La periferia. La manifestación del 8M en Nezahualcóyotl también hizo historia, nunca antes en el Estado de México se habían reunido tantas mujeres contra la violencia machista a exigir justicia. A diferencia de otras movilizaciones realizadas al oriente de uno de los estados más letales para ser mujer, esta fue más ruidosa y colorida. En este territorio las mujeres se enfrentan a la violencia machista, las desapariciones y los feminicidios, así como a un sistema de corrupción e impunidad, pero también a la pobreza, el desempleo y la precariedad.

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La descentralización de la lucha. Descentralizar el feminismo es entender que en esas calles, terrenos baldíos, transportes y drenajes marcados por la sangre de niñas y mujeres es urgente exigir justicia y poner el cuerpo por las que están y por las que nos han arrancado. A diferencia de las capitalinas, las mujeres de Neza que acompañaron la marcha del 8M deben cruzar a diario largos y peligrosos recorridos, por eso esta marcha fue un parteaguas que se traduce en un fuerte impulso para continuar organizándose, para que ellas, las mujeres de las periferias, continúen existiendo y resistiendo.

La oposición. Algunos opinólogos expertos aseguran que el movimiento feminista es la verdadera oposición de la 4T. Nada más falso. La lucha de las mujeres plantea un objetivo apenas algo más complicado y digno que vestirse del color de un partido político y aspirar a la toma del poder: transformar al mundo.

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Las víctimas y la memoria. Sus nombres hacen eco cuando resuenan en voz de miles en consignas, pases de lista, aparecen en carteles o se dibujan en pintas tomando forma de dignidad y rabia. Nombrarlas es pasar de cifras a rostros y contar sus historias.

¡No violencia! Las acciones directas son igual de válidas que las aceptadas desde el rasero de lo legal y las buenas maneras para protestar. De las pintas y los vidrios rotos a los petardos, es necesario repensar el concepto de violencia y tener en mente que las acciones más radicales exigen una mayor organización y cuidado por las otras.

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Las cientos de miles de primeras veces. Por convicción, miedo o curiosidad, la situación arrojó a cientos de miles de mujeres a las calles de México por primera vez en su vida, una experiencia decisiva que las coloca desde ya como sujetas políticas.

Las empresas. Las exigencias del feminismo pretenden poner de cabeza una sociedad patriarcal y abiertamente machista. De ahí estas que demandas no quepan en la lógica organizacional y buenaonda del departamento de recursos humanos promedio, que pretendió hacer pink washing de la causa sin atender el acoso, la brecha salarial, la explotación y las maternidades.

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Feminismo liberal. Pese a que las acciones del 8 y 9M alcanzaron un número de participantes nunca antes visto, la lucha feminista es inevitablemente una cuestión de clase y raza. Por más que el feminismo blanco pretenda imponer una visión miope desde el privilegio, la radicalidad del movimiento no depende de la performática de vestir de morado o portar un pañuelo verde un día al año.

Acuerpar-se. Permanentemente en los colectivos y en los barrios, acompañándose en la búsqueda de las mujeres desaparecidas y por justicia para las asesinadas, es escuchar a quienes por fin deciden transformar el silencio; abrazar a quienes sienten que el miedo es más grande, hacerlo con la misma fuerza y digna rabia con las que se llenaron las calles el 8M. Acuerpar es resistir y descentralizar.

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