Si necesitáramos una palabra para definir la arquitectura nacida entre 2010 y 2019, ¿cuál sería? Nosotros apostamos por: Realidad. Y no nos referimos a cualquier realidad. Sino aquella de carácter profundo. Casi brutal. Pero eso sí, no por ello desvinculada de los otros.Tampoco carente de autenticidad y de obediencia a sus propósitos. Porque hoy la arquitectura que es incapaz de inaugurar nuevas realidades o de considerar a tantas de éstas sea posible, ¿acaso podría llamarse arquitectura del siglo XXI? Incluso los grandes monumentos dedicados a las artes buscan este carácter asociativo con el mundo. Lejos ahora están aquellos años en que el diseño se alienaba de la sociedad. Aunque existen todavía, ¿de qué sirven los espacios que buscan al aspiracionismo más vil y segregacionista?
Esta década estuvo, entonces, protagonizada por:
La mezquita Bait Ur Rouf (2012)
Sumergida en la espesura de Dhaka, Bangladesh, Marina Tabassum llevó a cabo esta mezquita de ladrilla. Este ensayo de texturas y juegos de luz está formado a partir de un pabellón cuadrado de hormigón, rodeado por un tambor cilíndrico de ladrillo, que a su vez, se guarda en un cubo de ladrillo perforado. Los espacios entre las geometrías, cabe destacar, permiten que los rayos solares escurran desde lo más alto de sus paredes, o caigan directamente al centro de la sala de oración, a través de perforaciones en el techo que asemejan un patrón moteado.
El Teshima Art Museum (2010)
Con una estética que bien podría emparejarse con la visión futurista de los años 70, este museo en Japón, diseñado por Tyue Nishizawa, parece un cápsula cósmica que cayó a la Tierra y que, en su interior, guarda un secreto casi ritual. Los visitantes deben descalzarse para su ingreso. A través de un estrecho embudo, se llega a un caparazón de sensual minimalismo que estremece la piel con ayuda de la instalaci{on de sitio específico que realizó Rei Naito para este lugar. Gotas de agua que danzan y forman voluntariosos riachuelos tras filtrarse en el inmueble.
Campus de la universidad UTEC (2015)
A cargo de Grafton Architects, el diseño de este plantel descansa sobre la superficie con un singular peso mineral. Dos aletas de hormigón destacan como posibilitadoras de una nave central; con terrazas escalonadas y pasarelas voladoras, su silueta es un juego de espacios públicos y vida social-universitaria.
432 Park Avenue (2015)
De Rafael Viñoly, éste es el edificio residencial más alto del hemisferio occidental en la isla de Manhattan. Por ello, no es de extrañar que se pueda ver desde los cinco condados y que llame tanto la atención, dado su cometido de vivienda. Con este proyecto, la Ciudad de New York retomó su vitalidad sobre el paisaje celeste, aunque esto supuso la construcción de tres abominaciones que poco aportan a la estética de esta urbe: la Central Park Tower, la Steinway Tower y el One Vanderbilt.
El Grand Parc en Bordeaux (2016)
A mitad de esta década fuimos testigos de cómo las soluciones sociales se pueden dar desde la arquitectura sin necesidad de demoler, eliminar o reemplazar los espacios ya existentes. La reutilización de los entornos que son útiles o que podrían ser mejor aprovechados fue clave en la mirada de la firma Lacaton & Vassal, misma que se ha caracterizado durante años por su espíritu sensible, modesto y elegantemente sencillo. Este viejo habitacional originó un mundo nuevo y dio frescas oportunidades a una comunidad en busca de mejores condiciones de vida.
Louvre Abu Dhabi (2017)
Sin duda, la pieza central del movimiento cultural contemporáneo en Medio Oriente. Este edificio tuvo un costo estimado de $650 millones de dólares y la estructura de 23,999 metros cuadrados fue diseñada por Jean Nouvel. Su cúpula de acero inoxidable y cortes de aluminio sobre muros de liquidez minimalista le hacen hoy uno de los museos más representativos en el mundo. Uno de los que mejor tarea de paisajismo actual ha logrado con la vida de su geografía, así como con la idea de composición para un centro cultural.
Torre Shanghai (2015)
631 metros de altura a cargo de Gensler hacen que esta torre se considere la más alta de China y cuente con el sistema de ascensores más veloz de todo el planeta. Sobre el cielo imponente de Shanghai, rodeado de esa peculiar belleza tóxica que guardan las grandes ciudades, este edificio fue el responsable de que en Asia la vida corporativa se viera desde otros ángulos. Con dos capas en su fachada se crean nueve jardines elevados que, al igual que las plazas cívicas de las ciudades tradicionales, permiten la interacción y la reunión de la comunidad china en restaurantes, cafés y tiendas, a lo largo de un paisaje exuberante —casi futurista—. La torre es, entonces, un sofisticado complejo de lujo que se envuelve en espacios públicos y una construcción sustentable.
El Elphi (2017)
La casa de la Filarmónica de Elba —Elbphilharmonie Hamburg— fue también muestra de los distintos motivos y soluciones que se pueden alcanzar cuando es necesaria la renovación de una ciudad, la expansión de un espacio y, a su vez, el cuidado de una preservación identitaria en el entorno. Herzog & Meuron tomaron una estructura industrial en ladrillo rojo de los años 60 para traerla al presente con siluetas yuxtapuestas, vanguardistas en material y forma, y pertinencia para nuestro tiempo. Una invitación a que la comunidad se sienta atraída por lo contemporáneo, sin soltar las raíces o la historia de su suelo. Un diálogo entre pasado y presente.