Cuenta la leyenda que Peter Lindbergh no retocaba sus fotografías. «Mi objetivo era retratar a las mujeres de una manera diferente. Como artista, siento que soy responsable de liberar a las mujeres de la idea de la eterna juventud y perfección», dijo en 2017. Estas palabras, posteriores a encargarse del Calendario Pirelli, resumen a la perfección su obra a lo largo de toda su vida.
Peter Lindbergh estudió en la Academia de Bellas Artes de Berlín a principios de la década de 1960. Después de comenzar su carrera al mudarse a Düsseldorf en 1971, donde ayudó al fotógrafo Hans Lux, abrió su propio estudio y se unió a la revista Stern. Un espacio creativo que definió el rumbo de sus creaciones y la óptica del mundo. Allí colaboró junto a otros artistas como Helmut Newton y Guy Bourdin, con quienes participó de un cambio sustancial en la manera en que se veía a la Moda y a las modelos en el circuito del arte y la publicidad.
Aportando nuevos horizontes a los estándares de belleza y la comunicación del lujo, su mirada fue condición sine qua non para el estallido de las supermodelos. En un momento como el que transcurrió de la década de los 80 a la mitad de los 90, cuando el statement global era «más es más», él tuvo la claridad de pensamiento para revertir la fórmula. Con nombres como Cindy Crawford, Linda Evangelista, Naomi Campbell, Christy Turlington y Claudia Schiffer frente a la lente, su revolución gráfica dio identidad a uno de los episodios más relevantes de la historia contemporánea en el fashion.
El impacto de Peter Lindbergh
Fue Lindbergh quien aconsejó a Evangelista que se cortara el pelo y dejara atrás las exigencias de la gran melena. Quien fotografió al Big Six en simples camisas blancas y rostros relajados. Fue el artista que siempre creyó en el poder del blanco y negro. El hombre que sugirió que las modelos podían parecer recién despiertas, pero radiantemente fuertes y poderosas. Con ello, con todo este armamento del cual el fotógrafo echó mano, Linda declaró alguna vez que ninguna de ellas salía de la cama para trabajar por menos de diez mil dólares.
En dicho camino, las imágenes creadas por Lindbergh son muestra de una fuerza femenina que ha venido en aumento, iconografía quintaesencial de una generación y resultado de un análisis profundo de su época. Herencia sin la cual hoy no podríamos sostener mucho de lo que se construye.
Por ejemplo, en enero de 1990 realizó para Vogue UK una portada que inmediatamente se convertiría en el paradigma de la década. Con las modelos más famosas de ese entonces, tops de Giorgio di Sant’Angelo y clásicos jeans Levi’s, Peter capturó la naturalidad y el tono con que tanto se ansiaba vivir en la Moda. Un espíritu de espontaneidad al alcance de todos, pero que cubría a su vez con las exigencias del fashion system.
En 1992, junto a su amiga y colega, Donna Karan, Peter Lindbergh redibujó las posibilidades políticas de las mujeres con ese tinte minimalista y citadinamente chic que la diseñadora proponía. A partir de una campaña que convirtió a la modelo Rosemary McGrotha en presidente de EE.UU., la imagen femenina jugaba en un nuevo campo.
Últimos trabajos
Peter Lindbergh ha fallecido el pasado 3 de septiembre de 2019. Con su partida nace un culto todavía más fuerte a su persona. Hasta el último momento, participó de momentos clave y fundacionales en el sistema de la Moda. Para julio 2019, retrató a Rosalía para Vogue España, primera cantante española en protagonizar una portada de la publicación. En 2017 tuvo en el objetivo a Kate Moss en una suerte de revisitación a la Marilyn Monroe para la firma Naked Cashmere. En 2015 estuvo a cargo de las imágenes que más han impactado a la esfera de la perfumería actual: la campaña para J’adore con Charlize Theron.
Su muerte representa hoy una de las pérdidas más grandes en ese terreno donde arte y moda han comulgado, justo gracias a perspectivas como la suya.
