planeta k2-18b

Carl Sagan, las señales del planeta K2-18b y la búsqueda de vida extraterrestre

El hallazgo de un par de gases que en la Tierra son producidos por algas y bacterias en K2-18b, un planeta a 120 años luz, ha reavivado la posibilidad de hallar vida extraterrestre, pero... ¿cómo serán los primeros seres vivos hallados fuera de nuestro planeta?

Carl Sagan pensaba en el Universo como un sitio rebosante de vida. El divulgador científico más popular de la historia partía desde una perspectiva cósmica para dudar de que, entre las miles de millones de galaxias que existen en el Universo observable y la inconmensurable cantidad de soles y mundos que orbitan a su alrededor, la Tierra fuera el único sitio que alberga vida. 

La búsqueda de vida extraterrestre apasionó al autor de Pale Blue Dot (1994) hasta el final de sus días, pero a diferencia de los ufólogos y entusiastas del fenómeno OVNI (una pseudociencia que carece de un objeto de estudio y método científico), Sagan basó sus investigaciones en criterios objetivos, como los ingredientes necesarios para la vida, la materia orgánica y las posibilidades de un desarrollo evolutivo extraterrestre completamente distinto al de la Tierra. ¿Cómo y dónde buscar vida extraterrestre? Más aún: ¿cómo serán los primeros seres vivos hallados fuera de nuestro planeta?

Los extraterrestres, según Carl Sagan

A pesar de su optimismo desbordado por la búsqueda de vida extraterrestre, Sagan estaba seguro de que la primera evidencia incontrovertible de vida fuera de la Tierra no llegaría en naves espaciales, a través de mensajes encriptados complejísimos o junto con una invasión de seres alienígenas que pusiera en jaque a la humanidad. En su lugar, el astrofísico sugería que la confirmación definitiva de vida extraterrestre sería mucho más humilde pero no por eso menos importante, con el hallazgo de  microorganismos.

Sagan fue el primero en señalar a las nubes de Venus como uno de los sitios más prometedores del Sistema Solar en la búsqueda de vida extraterrestre. En un estudio publicado en 1967, el autor de Cosmos (1980) especuló que a partir de la composición bioquímica de las nubes venusinas, sería posible la existencia de formas de vida sencillas flotando sobre ellas.

En una entrevista para la radio pública de Chicago en 1985 con el escritor Studs Terkel, Carl Sagan se refirió a los intentos de Hollywood hasta entonces por representar a los extraterrestres como seres atemorizantes, e incluso encontró novedosa la propuesta de un joven Steven Spielberg en Encuentros cercanos del tercer tipo (1977) por cambiar la narrativa hasta entonces dominante: “Es inevitable que los humanos proyecten sus sueños y esperanzas en el cosmos: los intentos comunes de Hollywood retratan a los extraterrestres como criaturas rojas con garras y colmillos, cabezas puntiagudas y carácter desagradable. Steven Spielberg ha dado un paso importante para mostrar la posibilidad de extraterrestres benignos, pero incluso en este caso, los extraterrestres aparecen como ligeras variaciones de los seres humanos cuando el historial evolutivo es claro en que los extraterrestres serían muy distintos a nosotros”.

¿Dónde buscar vida extraterrestre?

Carl Sagan fue uno de los pioneros e impulsores de los programas SETI (de búsqueda de inteligencia extraterrestre, por sus siglas en inglés) a través del uso de radiotelescopios para buscar o enviar señales a lo profundo del espacio. El científico consideraba que entre el resto de civilizaciones de la Vía Láctea, la nuestra debía ser una de las más atrasadas, debido a la reciente invención de los radiotelescopios (1937) en una perspectiva cósmica.

A partir de esta idea, Sagan suponía que en caso de recibir un mensaje extraterrestre, este sería obra indudablemente de una civilización más avanzada que la humana: “Así que si recibimos un mensaje, no puede ser de alguien menos capaz que nosotros, porque alguien menos capaz no podría comunicarse en lo más mínimo. Tendría que ser alguien mucho más avanzado que nosotros, y quizás tan avanzado como nosotros lo estamos de las hormigas, o los gusanos”.

Si bien las actividades de SETI continúan en búsqueda de señales más allá de nuestra galaxia, los principales esfuerzos para hallar vida extraterrestre en el presente se centran en los exoplanetas, esos mundos que existen fuera de la Vía Láctea, y las posibilidades de detectar bioseñales en su atmósfera, es decir, indicios que puedan indicar la presencia de vida, como cambios en la composición atmosférica.

El caso más reciente del hallazgo de bioseñales prometedoras es el de K2-18b, un planeta casi tres veces del tamaño de la Tierra, ubicado a 120 años luz, que podría contener un océano de agua líquida debido a la distancia a la que orbita de su estrella. El hallazgo, presentado en abril de 2025 y realizado con el Telescopio Espacial James Webb, reveló la presencia DMS y DMDS, un par de gases que en la Tierra son producidos principalmente por algas y bacterias. Si bien la noticia fue presentada como «la evidencia más poderosa de vida extraterrestre hasta el momento», aún hace falta confirmar que los gases son una señal de actividad biológica.

Los tres ingredientes para la vida

En la misma entrevista, Sagan explicó en un par de minutos su idea sobre la que sustentaba la posibilidad de vida extraterrestre, la unión de espacio, materia orgánica y tiempo como una receta casi infalible para la vida de la siguiente forma:

“Existe un enorme número de planetas, toda una gama de sistemas planetarios alrededor de las estrellas cercanas. Así que hay muchas morada potenciales para la vida, eso es una cosa. Luego está la materia orgánica: las moléculas compuestas ricas en carbono que son esenciales para el tipo de vida que conocemos son fantásticamente abundantes en el Universo. Las vemos en asteroides, cometas, en las lunas en el Sistema Solar exterior e incluso en los obscuros y fríos espacios entre las estrellas, así que la sustancia de vida está en todas partes. Y luego está el tiempo. Hay millones de años para la evolución biológica en todos esos mundos y hay muchos mundos mucho más antiguos que el nuestro. Así que si juntamos muchos lugares, mucha materia orgánica y mucho tiempo, parece muy difícil creer que nuestro irrisorio y pequeño planeta es el único que está habitado”.

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