El mito del Andrógino es apenas un fragmento de todo el Banquete, y muy probablemente su parte menos importante, si consideramos el total de su argumentación filosófica. Sin embargo, esa pequeña sección —tan amada por los lectores iniciados o no de las humanidades— es muestra de la perfección literaria e intelectual de aquel gran maestro, así como del enorme legado que ahora sostenemos entre nuestras manos.
Pero, ¿qué hay detrás de sus postulados y cuáles son sus enseñanzas? ¿Debemos entender este mito como una genealogía fantástica, o es que hay una búsqueda mayor detrás de dicha bestia magnífica? ¿Qué es lo que podemos rescatar hoy —en un sentido contemporáneo— de esta criatura y su exposición, tan poética, tan bellamente relatada en un diálogo platónico?
Vayamos por partes.
El mito del Andrógino (en el Banquete de Platón)

Desde el contexto histórico y los nortes intelectuales del mismísimo mentor de Aristóteles, pasando por el estilo e intención de cómo se presentó tal historia en su relato mayor, esto es lo que debes considerar para entender al cien todo el asunto del andrógino en esta pieza, también llamada Simposio.
1. En busca de la definición
El Banquete pertenece al período de madurez en Platón. Es decir, para entonces, su obra deja atrás las evocaciones socráticas —su maestro—, y comienza un trabajo ontológico. En otras palabras, un esfuerzo por desentrañar el ser y la definición de diversas ideas. En este caso particular, del amor.
2. Duelo de discursos
Algo sumamente significativo del Banquete es que no es un diálogo usual en el corpus de Platón, el cual eche mano del método socrático de pregunta-y-respuesta. Éste es, en realidad, un gran debate de discursos, con un estilo de exposición continua bastante marcado. Y uno de esos discursos en duelo es, efectivamente, desarrollado y sostenido con el mito del andrógino. Perfilando y matizando el amor, su juego en la vida, su papel como dios, este diálogo está compuesto de discursos y contradiscursos que se tiran o soportan unos a otros. Sin duda, éste es uno de los más bellos, cuya poesía y fuerza mitológica se quedan fácilmente marcadas en nuestra memoria.
3. Un elogio de Sócrates
No debemos perder de vista que, aunque el tema del amor es central en este diálogo, la intención de Platón con esta pieza fue la de ensalzar a su propio maestro (Sócrates), no sólo alabando su persona —lo cual es muy claro al final del diálogo—, sino demostrando lo correcto de su método filosófico, y la herencia que le dejó para su recién inaugurada Academia. Específicamente, esto lo podemos ver en la intervención de Sócrates (que retoma palabras de Diotima, sacerdotisa de Mantinea), en un excepcional formato dialéctico, que como fase final complementa la tesis de los oradores anteriores. Asimismo, cuando el elogio del amor en el discurso de Alcibiades se torna, más bien, en un elogio de Sócrates.
4. Eros, en lugar de Afrodita
Estudiosos se han preguntado en varias ocasiones por qué aludir a este dios varón en vez de aquella otra, cuando ambas son personificaciones del amor y el deseo. Pues resulta que, a pesar de ser las dos fuerzas que provocan el enamoramiento, la diosa está mayormente relacionada con los aspectos sexuales y la copulación; al contrario de Eros, que domina el deseo hacia otra persona. Hay otros expertos que aseguran que el uso del dios masculino como objeto de discusión es su vínculo con las relaciones homosexuales de la época —aunque esta noción pertenece más bien a la era helenística—, que explican el amor de un hombre y su joven aprendiz.
5. Amor homosexual
La doctrina del amor que se describe en Banquete se refiere con mayor exactitud a las relaciones entre hombres, y no tanto en consonancia con la heterosexualidad. Recordemos que los griegos veían en los vínculos homosexuales una realidad bastante aceptable. Sobre todo, porque para los atenienses una relación hombre-mujer era algo complicado y hasta peligroso. Además, existía una ventaja pedagógica entre un adulto y un joven —maestro y discípulo— que entre hombre y mujer jamás existiría.
6. El hombre original, el andrógino

Aristófanes interviene en este diálogo con el mito del andrógino y sus implicaciones. Un relato que se explaya sobre el estado antiguo de la naturaleza humana. En resumen, antes los seres humanos tenían dos cuerpos con cuatro brazos, cuatro piernas, dos cabezas y así consecuentemente.
7. Divisiones
Arrogantes y peligrosos para los dioses, Zeus ordenó que se les dividiera —siendo Apolo el responsable de sanar dichas particiones—. Sin embargo, mostrando signos de piedad al ver que estos morían de nostalgia estando lejos de su otra mitad, éste les concede un sistema de procreación con el cual volverse a sentir cerca. Así, cuando se encuentran dos mitades que solían ser un solo y mismo cuerpo, surge la alegría del amor, la copulación (el sexo), pero sobre una unión más duradera y completa.
De acuerdo con esta creencia, si somos cuidadosos de nuestros valores morales y religiosos, podemos ser compensados y alcanzar esa unión-estado original de nueva cuenta. Si no, seremos separados una vez más por Zeus.
8. Explicaciones y consecuencias
Este mito sirve perfectamente, entonces, para explicar el amor como búsqueda de la otra mitad. También justifica sabiamente el deseo entre amor homosexual y heterosexual, sin distinciones, pues estas añoranzas se basan en nuestras naturalezas previas. Y finalmente, da cuenta de por qué los seres humanos buscamos estar juntos, no nada más como una satisfacción e impulso, sino como algo más grande y difícil de poner en palabras.
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Más actual, imposible.