Martin Baron presentó Post Opinión el 11 de septiembre en el Museo Nacional de Antropología, un nuevo brazo de Global Opinions que –en palabras del director de The Washington Post– parte como un experimento que apuesta a un mercado creciente de consumidores de periodismo de opinión independiente en español, pero ¿cuál es el panorama actual del periodismo en México?
Al ser cuestionado sobre los desafíos que enfrentan los medios de comunicación, Baron refirió la existencia de dos crisis en el periodismo que se extienden por ambos lados del Río Bravo: una de confianza y otra de finanzas.
Tan sólo seis días más tarde, el proyecto autónomo de The New York Times para hacer periodismo en español dijo adiós después de tres años de contar historias y realizar investigaciones en habla hispana. La más importante reveló el uso gubernamental de Pegasus, un software de espionaje a activistas y periodistas que abonó a los distintos escándalos mediáticos en el sexenio de Enrique Peña Nieto.
En un escueto comunicado, la empresa explicó que a pesar de su labor periodística, el New York Times en Español «no demostró ser financieramente exitoso».
El cierre de El Times se suma a otros medios que recientemente se despidieron en México. En menos de un año, las ediciones nacionales de BuzzFeed News y The Huffington Post (propiedad mayoritaria de Grupo Imagen en nuestro país) desaparecieron en un esfuerzo por concentrarse en el contenido más redituable.
En el caso de Mexico.com, un medio fundado en 2018 por el empresario Max Trejo –en el que los trabajadores vivieron una montaña rusa de inestabilidad, pagos tardíos e incertidumbre laboral– es quizás el mejor ejemplo de una gran iniciativa del oficio que no llegó a buen puerto. Después de que un grupo de trabajadores expusiera las condiciones del medio en Horizontal y que se colgara un desplegado en sus principales redes sociales asegurando que los impagos habían sido saldados, hoy ni siquiera el archivo web queda en pie.
Digitalidad, redes sociales y contenido: el camino de los medios nativos en México
Martin Baron también describió cómo el mundo digital está apropiándose del consumo de información y por lo tanto, abriendo un nuevo panorama para el periodismo y la circulación de noticias. A pesar del optimismo desbordado a partir de las redes sociales como medio de empoderamiento ciudadano capaz de romper el cerco noticioso de los medios masivos, lo cierto es que la omnipotencia de Google y Facebook, el duopolio que domina la información en la red y las distorsiones que nacen de ellos, también son un obstáculo para la libre difusión de noticias.
Al margen de los diarios y otros medios masivos que transitaron hacia la digitalidad, el ranking de medios nativos digitales coloca en un incontestable primer sitio a UnoTV, un medio creado a partir del monopolio que ostentó Telcel en las telecomunicaciones en México y cuya estrategia de distribución (a través de mensajes de texto forzosos y casi imposibles de cancelar) es tan molesta como tristemente célebre.
Casos similares aparecen en el resto de medios masivos digitales que dominan el ranking, empresas que se dedican al branded content donde la mejor línea es la que cambia día a día en una búsqueda frenética de visitas y likes, sin más compromiso o criterio editorial que los temas en tendencia.
Periodismo, un oficio letal
Si bien AMLO mantiene una incredulidad ante las investigaciones periodísticas que afectan a su gobierno y suele aportar «datos alternativos» en una línea que por momentos roza la vorágine desinformativa al más puro estilo de Donald Trump, la mayor amenaza para el periodismo en México no es la mezquindad del presidente López Obrador con la prensa crítica, sino la incapacidad del Estado para garantizar el ejercicio periodístico ante la brutalidad del crimen organizado contra el gremio en el país más mortífero para ser periodista en todo el globo.
En busca del modelo
En México, el crecimiento exponencial de Animal Político en los últimos años da cuenta de un modelo exitoso de periodismo independiente que al menos resuelve una de las crisis de los medios en el país. Sus investigaciones más conocidas no sólo levantaron la polémica suficiente para convertirse en tópico nacional, sino que en un hecho inédito en la historia de México, llevaron a los involucrados a rendir cuentas ante la justicia y enfrentar procedimientos penales.
No obstante, el mejor ejemplo de periodismo independiente en nuestro país tampoco está exento de polémica. Su supuesta vinculación con Claudio X. González y su aparición en listas de compras gubernamentales como proveedor de publicidad oficial en el sexenio pasado son lastres que evitan el reconocimiento unánime de la opinión pública de su titánica labor.
Existen otros medios sin la masividad ni el presupuesto de los anteriores, como Pie de Página o Rompeviento TV, que no sólo ahondan en el periodismo de investigación, en el modelo de datos que planta cara a un sistema con sus propios mecanismos y fiscaliza cada acción de quienes ostentan un discurso o posición de poder; también cuentan historias de a pie, de minorías y sectores en vulnerabilidad mientras luchan por encontrar un modelo de subsistencia y retribución justa a quienes hacen periodismo, todo a partir de la plena comprensión de que lo más valioso que tienen no es el engagement o el número de likes que acumulan en Facebook, sino algo apenas más importante: la confianza de sus lectores.
La carrera de Martin Baron es un ejemplo exógeno del potencial del periodismo para exigir cuentas al poder, de cuán importante resulta crear un contrapeso independiente y necesario para la vitalidad democrática de una sociedad y de la dificultad de encontrar una fórmula capaz de conciliar las múltiples crisis que vive el periodismo en México. Es momento de creer y apoyar a quienes desde su trinchera, aportan al periodismo crítico e independiente, pues están construyendo nada más que el futuro.