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Tenoch Huerta Cine en México

Tenoch Huerta: En México queremos historias increíbles

Tenoch Huerta habla con nosotros sobre la actualidad del cine, nuestros vicios en series de TV y la manera en cómo podemos consumir contenido de calidad.

Fotografía: Daniella Feijóo

Edición: Daniel Olea + Alejandro I. López
Maquillaje: Mannie
Pelo: Alejandra Rivera 
Estilismo: Emmanuel Catrina
Locación: Estudio Base

México es uno de los países más relevantes en el sistema del cine internacional. Como mercado, es de los puntos más importantes y ricos para el resto del mundo. Basta con saber que para las producciones hollywoodenses es un punto clave donde se define su éxito. México se mantiene todavía como el 4º país con mejor venta de boletos en el mundo y eso, por supuesto, es en beneficio de las producciones norteamericanas. Esas filas que vemos aún afuera de las salas es signo de dos hechos: estamos dispuestos a pagar por una película y somos significativo sostén de la industria mundial. Aunque esto, claro, no beneficie al cine mexicano en realidad.

Según datos publicados por la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (CANACINE), nuestra importancia en el consumo y proliferación de este sector es crucial. De acuerdo con las estadísticas de 2018, somos también el 4º país con más salas en el mundo, el 11º con mayor recaudación en taquilla y el 10º con mayor asistencia per capita en el planeta. Esto último es interesante, pues quiere decir que hemos sido educados y atraídos, de alguna u otra manera, al cine.

Entre cifras, algo más que podemos destacar es que: 1) para los dueños o socios de los complejos de cine esto es un gran modelo de negocio, 2) las distribuidoras de las películas más populares del año están encantadas –Disney sabe que nos tiene cautivos, por ejemplo– y 3) muy pocas veces aparece una película mexicana en estas ecuaciones.

Sí, a pesar de que todo suena a mucho orgullo y avance, la cinematografía nacional no se beneficia de todos estos números. Aunque 2018 fue un excelente año para las películas mexicanas –Roma, Museo Las niñas bien como bastiones de dicha empresa–, su consumo se queda muy por debajo de lo esperado. Pensémoslo así: en México, durante el año pasado, se produjeron 186 filmes, se estrenaron comercialmente 116 y se ganaron mil 403 millones de pesos para nuestro cine. Un ingreso bastante bajo en comparación con el buen número de la oferta.

Pero, ¿a qué se debe esto? ¿Es que a nadie le importa el cine mexicano? ¿Es que no tenemos acceso a él? Porque aun cuando no esté del todo registrado, sabemos que hay lugares en nuestra geografía a donde éste no llega. ¿O es que ya nos hemos acostumbrado tanto a la narrativa estadounidense, que las cintas nacionales nos parecen intrascendentes?

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Tenoch Huerta, uno de los actores con mayor éxito en la actualidad, hombre esencial para el cine contemporáneo en México, habla conmigo de este tema. Él, originario de Ecatepec, egresado de la FES Aragón, con más de treinta películas (nacionales e internacionales) en su carrera y tan atravesado por diversas realidades de nuestro país, es una de las voces más críticas que he escuchado en la cinematografía mexicana. Era necesario que charláramos sobre el estado actual del cine y el entretenimiento en este suelo.

Recorriendo su trayectoria por las pantallas, partimos de su participación en series y películas sonadas en todo el mundo –Narcos, llevada por Netflix a todo el globo, y Vuelven, película mexicana de fantasía elogiada por Stephen King– para hablar de las producciones para cine y tv. «En términos de narrar historias, de hacer series, estamos en pañales –me dice–. Todavía tenemos un híbrido bastante raro en series y telenovelas, que a mí no me gusta, por ejemplo. Nuestras series parecen telenovelas, sólo que con mejores cámaras. En las telenovelas hay ciertos requisitos, ciertos parámetros: no puede haber contrastes, los claroscuros son prácticamente inexistentes y sus paletas de color son pastel o primarias. Hay una plástica muy particular. Y ésta es la que se rompió cuando comenzamos a hacer series. Porque en lo demás, sigue siendo el mismo tono actoral, los mismos diálogos, el mismo melodrama mal contado… Y el melodrama no es un problema en sí. Su ejecución es el obstáculo».

«Los que escribían, dirigían y producían las telenovelas son los mismos que hoy hacen series. Lo cual resulta en que el producto final no termine de evolucionar. Por allí alguien decía, muy a manera de excusa, que estábamos construyendo nuestro propio género. Pero eso no es cierto. Lo estamos haciendo fatal. ¡No puede ser que una serie tenga 68 capítulos! Aquí se hace de súbito ese número de episodios y, después, artificialmente, se dividen 5 temporadas para decir que sí era una serie».

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Coincidimos en que, al mirar estas sus supuestas series, podemos advertir con claridad que más bien son telenovelas cortas lo que tenemos enfrente. Sus finales de temporada ni siquiera tienen lógica. Asentimos al decir que, el día en que enfrentemos de verdad que estamos haciendo terrible un género que ya existe, vendrán las verdaderas oportunidades.

Apunta: «Para una serie, en un día muy cargado de trabajo, haces de cinco a ocho escenas. Para una telenovela se hacen 30 en una jornada. Con esos hábitos, ¡cómo no vas a tener un mal resultado! ¿Dónde quedan los cuidados y atenciones para lo que estás haciendo? Y esto es un vicio cultural. Una vez me invitaron a una producción con el suficiente presupuesto para hacer 13 muy buenos capítulos, pero decidieron hacerla en grande y convertirla en una telenovela. Seguimos en el entendido de que si no haces mucho, no estás haciendo nada».

«Los exhibidores y las plataformas, en general, tienen la idea de que el espectador es tonto o tan mediocre como ellos, que no va a pedir que lo que están viendo tenga calidad», sostiene. «Esto también se trata de un menosprecio al público. Y mientras más dinero se pueda ganar con el mínimo de recursos, la calidad se deja de lado».

Pareciera entonces que, cuando hacemos contenido y queremos que éste sea masivo, la calidad baja. Que dicho gran número suele ser el que menos exige, pero al mismo tiempo, ése es al que le queremos demostrar que existen otras cosas. Que podemos subir la vara entre todos. Continúa: «Game of Thrones, House of Cards, Westworld, Narcos… si todas esas series tuvieron buen éxito en México, aun cuando sus plataformas o la manera en que se contaban no eran del todo accesibles, quiere decir que hay un significativo segmento de mexicanos que quieren producciones y formatos increíbles».

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Asimismo, Tenoch apunta que las telenovelas y otros productos similares tienen tal auge con una simple explicación: «Por muchísimo años, el discurso narrativo que dominó a toda América Latina, incluso a Europa del Este y Asia, fue el de Televisa. Y si pensamos que lo que consumimos 3 o 4 generaciones por décadas fue esto, pues no hay otro parámetro más que esa basura para lo que hoy deseamos», expone mientras abre muy bien los ojos en tono de hastío.

«Si te quieres masificar, no tienes que bajar la calidad, pero sí tener un lenguaje más entendible. Y eso es un trabajo que irá de poco a poco. Empujar y empujar para que la gente se acostumbre. Nunca dejarán de existir los malos productos, pero creo que necesitamos re-educar a los públicos. La proporción debe invertirse».

La charla nos dirige finalmente al terreno del cine. Un lugar donde las condiciones son medianamente similares. Hoy, México está en los mejores festivales del mundo y tiene directores, actores, guionistas, fotógrafos, etcétera, entre las más importantes nominaciones. Siendo aplaudidos por un muy buen cine, a  pesar de que los exhibidores en nuestro país no le apuestan tanto a esas producciones. «En este duopolio que ahora tenemos en el cine y que ve sólo mercado, industria y entretenimiento en él, omite que también estamos haciendo cultura –replica–. Y si pones a competir a ésta bajo las reglas del mercado, ¡eso no tiene sentido! La cultura no tiene la misma naturaleza que lo comercial; ni debe tenerla».

Ya con el tono de voz cambiado por su espíritu de insurgencia, Tenoch afirma: «Hay una negación brutal hacia la cultura y lo que estamos haciendo por parte de este duopolio. No nos quieren exhibir. Y tenemos que encontrar soluciones en cineclubes y cinetecas del país para mostrar nuestro trabajo. Lo mismo con las plataformas; ¡benditos Netflix y Amazon! Y FilminLatino también, que es una página que la gente debería tener más en consideración».

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Le pregunto por alguna situación en particular acerca de este sentir. Escarbando en sus memorias, descubre una anécdota que nos hace reír de absurda. «Se le pidió a estas empresas que destinaran un peso de taquilla a la producción nacional. Para ellos, dos terceras partes de sus ingresos (aproximadamente) vienen de dulcería. No les afectaba en nada esta donación. Dijeron que entonces tenían que subir 10 pesos a cada boleto (¡¿?!). Es una estupidez. Eso es ser gángster. Y una de las mayores dificultades es esto. No tenemos quién nos exhiba. Ellos nos dicen: «es que nadie te viene a ver». ¡Pues claro! Si me pones a las 11 de la noche en una sala de Ixtapaluca, evidentemente nadie vendrá. Si me pones a las 11 de la mañana en el Ajusco, igual. Ahora, me programas en un buen horario, en medio de Avengers o Spiderman, ¡no tengo cómo competir contra ellos! No me estás dando la oportunidad de generar públicos, de educar a la audiencia, de conectar, de entablar… Ellos creen que es mágico. Ese neoliberalismo que piensa que un producto engancha a su consumidor de la nada, y que de allí se crea todo, es irracional. Detrás de cualquier cosa que hoy consumimos hay años y esfuerzos para gestar lo que nos gusta. Para generar verdaderos consumidores».

Hay todo un trabajo de vinculación y de gestión cultural para hacer esto, obviamos. Para dar a conocer lo que se hace en la industria. Tenoch aclara: «Para sortear a esa gente tremendamente ignorante que te dice si tu película funciona o no, si será vista o no. Que con sus malísimos estudios de mercado te descalifican o te dicen cuál es tu mejor horario». El actor ríe y me afirma lleno de humor y burla: «Si vas afuera de un cine, donde la fila está llena de chicos disfrazados del Capitán América, y les preguntas qué película quieren ver, ¡es obvio lo que van a contestar! ¡Tu metodología y el trabajo de divulgación subsecuente deben cambiar!»

Concluimos que es gracias a las plataformas y otras estrategias de difusión que estamos escapando de las garras de este duopolio. Sin embargo, es el Estado quien debe intervenir; porque es protección de la cultura y su difusión, de nuestra identidad. Debe partir de programas oficiales pensar un nuevo mecanismo para llevar el cine mexicano al público joven y que, dentro de 8 años, cuando éste sea la población económicamente activa, prefiera llegar a una sala de cine y consumir algo de calidad. «Así como los blockbusters, que son maravillosos y no tienen por qué desaparecer», añade Tenoch.

Tenoch Huerta Cine en México perfil

«Yo soy a la vieja usanza –confiesa–. Ir a una sala de cine, que todo esté callado, que no haya distracciones. Pero lo cierto es que el futuro es otra cosa y se encuentra en los nuevos espacios tecnológicos. Donde cada uno de ellos siempre tiene cabida para ejercicios artísticos. Con la Revolución Industrial llegó una cosa llamada cinematógrafo; seguro los puristas del teatro dijeron que eso era abominable, pero ve lo que es el cine ahora. Hoy pasa lo mismo con las plataformas y las redes; dictan las reglas de hacer filmes y series, y los más conservadores están muy escandalizados, seguro. A mí no me importa eso. A mí me interesa que las cosas estén bien hechas. Que estemos siempre preguntándonos. Que las reflexiones persistan. Que la intención de contar historias interesantes siempre esté ahí. En el formato que sea: ¡bienvenido todo!»

Discutimos sobre los números y los pareceres populares en torno al cine y la tv que se hacen en México. Cómo es que estos tienen que evolucionar para cautivar a más gente y que nuestras producciones se vean no por compromiso, sino porque hay genuinas propuestas. Ofertas que, en definitiva, tienen que moverse hacia donde están las redes sociales y espacios de encuentro alterno. Le pregunto a Tenoch si no cree que esto traiga otros problemas. Convencido, asegura que no. Que lo difícil siempre es la calidad, no el soporte. Cierra: «El problema está cuando pensamos que los videos de gatitos se pueden convertir en una película. Televisa, por ejemplo, duró décadas haciendo contenido de gatitos, vendiendo a estos como «artistas». Una de las palabras peor entendidas en el vocabulario nacional».

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