Sería injusto decir que, en medio del hormigón y el asfalto de la Ciudad de México, el Bosque de Chapultepec pasa desapercibido. Sin embargo, cuando hablamos de este significativo y verdísimo pulmón urbano, declarado en 2019 como el mejor parque urbano a nivel internacional, por parte de la organización World Urban Parks, sí que hay espacios que a menudo se escapan de nuestra atención. El Jardín Botánico es uno de ellos.
Si uno no pone atención a los señalamientos o se dirige con prisa a algún otro lado del Bosque, es muy probable que entre inadvertidamente a los prados del Jardín Botánico y es ahí donde una especie de magia aparece. A pesar de estar justo a un lado de Paseo de la Reforma, el ruido de los autos que transitan por ahí se convierte en un rumor, ya sea porque las plantas y árboles hacen de filtro o porque el cerebro decide concentrarse en la naturaleza, ahí no se respira otra cosa más que paz.
Las secciones del Jardín Botánico de Chapultepec
El Jardín Botánico, obedeciendo a su naturaleza de museo, está dividido en diferentes secciones que son a su vez ecosistemas pequeñitos que uno puede visitar para darse una idea de cómo viven las plantas en su estado natural. Por ejemplo, hay una reproducción del bioma del Pedregal, el cual sólo existe en la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel y en Puebla; mismo que también recibe el nombre de matorral xerófilo de palo loco debido a que esta planta, el palo loco, es endémica de la zona.
También hay una zona dedicada a las cactáceas y a las suculentas que últimamente se han puesto muy de moda entre los capitalinos —y quizá sea esa la razón por la cual hay varios anuncios que piden a los asistentes no robar los ejemplares en exposición. Además, hay una sección de árboles frutales que algunos aprovechan para recostarse, leer o realizar actividades grupales.
El riachuelo y los pequeños estanques del Jardín Botánico son, de una u otra forma, un recuerdo tangible del pasado de Chapultepec. No hay que olvidar que en alguna sección del Bosque existió un jardín muy similar a este donde Nezahualcóyotl plantó su colección botánica con especies exóticas traídas de los territorios que se encontraban bajo su mando.
El Orquideario del Jardín Botánico
El orquideario es un tema aparte. Cuando uno lo ve por fuera no luce tan distinto a un invernadero convencional. Sin embargo, apenas cruza la puerta, el visitante se encuentra con una mini-selva que tiene incluso un clima propio, muy distinto al que hay afuera. Claro, esto se logra por medio de algunos aparatos especiales para mantener a las orquídeas bajo las condiciones adecuadas para su crecimiento, pero aun así no deja de sorprender.
Además de orquídeas, el espacio tiene diferentes tipos de helechos y henos como el paxtle (Tillandsia usneoides) lo que lo convierte en una región completamente diferente entre las muchas que se encuentran recreadas dentro del Jardín Botánico de Chapultepec.
Sus vitrales estilo art decó también merecen una mención especial, ya que nos recuerdan a esos viveros de cristal muy decimonónicos que ahora sólo podemos ver en películas o espacios muy privilegiados donde los amantes de las plantas encuentran, al igual que aquí, un paraíso de estudio, relajación y fantasía.
A pesar de todo esto, hasta hace relativamente poco, se especulaba la desaparición de este espacio para dar paso a un pabellón artístico —como si faltaran muchos en Chapultepec. Afortunadamente, se ganó un amparo para frenar el proyecto y seguir conservando este pedacito de naturaleza que es, por así decirlo, un pulmón urbano dentro de otro.
Horarios: De martes a domingo, de 09:00 a 18:00 horas
Ubicación: Paseo de la Reforma 126, Bosque de Chapultepec I Sección, Miguel Hidalgo, Ciudad de México