El binomio formado por Wes Anderson y Montblanc ha resultado uno de los fructíferos y naturales en el mundo de la cultura popular contemporéanea. Especialmente, entre aquellos nombres que coquetean con las esferas del lujo, las artes y el impacto necesario para desencadenar genuina conversación en el presente. Pocas veces eso puede suceder en realidad. Para ello, se necesitan una visión genial y un estilo inconfundible. Por supuesto, el fabricante alemán de plumas, estilográficas y artículos de piel cuenta con una mirada que ha cambiado la historia de la escritura; y el director texano posee una narrativa tan única como impactante. Ante dicha fórmula no había posibilidad de que cupiera error alguno.
Desde luego, este cortometraje —el segundo en su alianza colaborativa— es impactante a nivel estético y prosístico. Un deleite de tres minutos con cincuenta y seis segundos, en pocas palabras. Sin embargo, el peso absoluto de esta pieza visual es su tema principal y la reflexión que éste nos deja. La escritura.
Aunque los protagonistas de dicho relato enfatizan que la cuestión primaria del filme es el viaje, esto no es más que una postura metafórica en torno al mero acto de escribir. Esa operación que une materia y pensamiento en nuestro día a día, y que cada vez deberíamos recobrar más, no a través de medios digitales, sino de las herramientas propias que enaltecen nuestra curiosidad, ingenio y capacidades creativas.
Te explicamos.
De qué trata Let’s Write, el corto de Wes Anderson y Montblanc

En manos de Wes Anderson, Montblanc se convierte en un escenario para la imaginación desenfrenada y el absurdo lúdico, ya que subvierte las expectativas con giros inesperados e invita a los espectadores a experimentar el mundo de la firma a través de la lente de la creatividad y una dosis de humor.
Con un reparto formado por colaboradores habituales de Wes Anderson —como Rupert Friend, Michael Cera y Waris Ahluwalia, junto a la actriz emergente Esther McGregor—, el corto regresa a la Biblioteca de Alta Montaña del Observatorio Montblanc —donde Anderson y Montblanc celebraron el centenario de esta última con un primer corto—.

Ante nosotros, un mundo surrealista y nevado, situado por encima de las nubes, habitado por un trío de montañeros interpretados por el mismo Anderson, Friend y Cera. En un guión que continúa la exploración de Anderson sobre la profunda conexión de Montblanc con la cultura de la escritura, el reparto navega por las reflexiones metafísicas, el storytelling de la marca y los diseños insignias de la marca.

Nuestro escenario principal, el Montblanc Voyage of Panorama, un vagón de tren escenificado que atraviesa paisajes imaginarios. La experiencia de este caroo, en palabras del personaje de Anderson, «demuestra la idea del “viaje” literal, metafórico y poético». Los personajes reflexionan sobre el viaje como metáfora de la introspección y la imaginación; cada parada es un momento para detenerse, reconectar con uno mismo y, por supuesto, escribir.
Curiosidad por la escritura
«Montblanc posee un patrimonio y un ADN extraordinarios y ricos, una fuente inagotable de material creativo y de historias por descubrir y contar. En Wes Anderson, hemos encontrado el narrador perfecto, que ofrece una lente original a través de la cual la gente puede descubrir nuestra maison —dice Marco Tomasetta (Director Artístico de Montblanc)— […] despertando de nuevo su curiosidad por la escritura e inspirándoles a poner la pluma sobre el papel.»
La pluma protagonista en Let’s Write

Sólo se necesitan unos segundos para reconocer una de las obras de Wes Anderson, un cineasta que prefiere la artesanía tradicional a las imágenes generadas por ordenador digitalmente, en una época en la que el ingenio técnico prácticamente no conoce límites. El artículo de escritura Schreiberling —que significa garabato—, diseñado por Wes Anderson y Montblanc, rinde homenaje a la artesanía y al arte de contar historias. Está inspirado en los legendarios modelos Baby de los años 1910 y 1920 de los archivos de la casa, los cuales están considerados como los artículos de escritura más pequeños de la época.

Esta reinterpretación de pluma estilográfica destaca por el acabado de laca en tonos vivos de verde y amarillo, se completa con detalles platinados, al más puro estilo Anderson. El modelo está limitado a solo 1969 unidades, en honor del año de nacimiento del cineasta.
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Después de mirar esta pieza no nos invade más que un solo pensamiento. ¡A escribir!