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Jackson Pollock pintando

Pollock by numbers: por qué el artista nombraba sus pinturas con números

El artista de Wyoming, Jackson Pollock, solía enumerar sus pinturas en vez de darles un título; y allí se esconde su aportación más grande.

Pronuncia el nombre de Jackson Pollock. Muy seguramente él fue uno de los primeros artistas con quien más te enganchaste al aprender de arte por primera vez. Hay algo tan estadounidense en su nombre que es simplemente encantador. La «j» aprisionada entre la lengua y el paladar para convertirse en una «y» que apenas y cabalga sobre una «d». Esa magnífica «k» que sale disparada desde la garganta. Un «son» que apenas y logra escabullirse entre los dientes, muy a la usanza de aquella América. Inténtalo… (d)jaek-suhn. Qué maravilla…

Y Pollock. Tan sólo de pensar que ése no iba a ser su apellido… ¿te imaginas? LeRoy McCoy —padre de Jackson— adoptó la estirpe de sus padres adoptivos, aquellos vecinos de granja que le dieron hogar tras la muerte de su familia, y aunque muy seguramente hubiéramos tenido a otro pilar del arte moderno con el tiempo y quizás otro nombre, ninguno podría haber sido tan divertido de decir como éste. El estallido de la «p», la ligereza de las «ele», el choque de la «c» con la «k».

Incluso, podríamos decir que hay algo en extremo armónico y muy bien equilibrado cuando unimos el Jackson con el Pollock.

El dripping

Jackson Pollock

Aunque en repetidas ocasiones se ha estipulado que esta técnica de goteo, por el término en inglés drip, es la mayor aportación de este artista en el siglo XX para las prácticas estéticas de nuestra época, afirmar esto sería reducir su impacto a lo mínimo. A lo más obvio y superficial que podríamos decir acerca de él.

Por supuesto, es innegable que estos procesos pictóricos que consisten en dejar gotear la pintura sobre un lienzo, extendido en el suelo principalmente, son fundamentales en las artes contemporáneas. Las nociones de espontaneidad, accidente, devenir e incontrolabilidad performática permearon el mundo creativo del presente como pocos hechos pudieron hacerlo durante el período de 1900 a 1950.

Y hacia allá es que nos dirigimos en este análisis. Que para el dripping Jackson Pollock utilizara pinturas acrílicas, esmaltes y barnices industriales no es un asunto meramente práctico. Ese goteo fácil no sólo fue una decisión material, sino de concepto. Una ruptura con la tradición desde su formalización, opuesta a los soportes clásicos del óleo y la acuarela, por ejemplo.

Lo mismo sucede con las herramientas que este pintor decidió usar para el dripping. La mayoría recipientes agujerados con un sistema de poleas; aunque también llegó a usar sus manos, paletas, cepillos, palos y brochas. Una renuncia a los viejos esquemas de control sobre la creación y una invitación a ver la pintura como un reflejo autómata del humano. Tan sólo —aunque no haya simpleza alguna en esto— otra forma de ser y habitar el mundo.

Y es justamente a esto lo que dirige la decisión del autor por no titular sus pinturas, sino enumerarlas.

¿Por qué Jackson Pollock le puso números a sus pinturas?

Jackson Pollock Number 5
Number 5, 1948

Pollock dejó de dar títulos evocadores a sus pinturas y comenzó a enumerarlas, según explicaría tiempo después su esposa, la artista Lee Krasner, «porque los números son neutrales».

Para nuestro artista, la verdadera vanguardia del hacer pictórico no fue más que la expresión de los objetivos contemporáneos de la época en que vivió. Emoción e intención en forma más elevada. Una experiencia estética para el espectador, misma que sea capaz de llenar con asombro e identificación su mirada. Su pensamiento entero.

Así que para evitar que el público de sus cuadros se viera influenciado por una idea previa, desde los años 40 Pollock optó por una abstracción mayor: el número. Un «título» abierto prácticamente a todo, develando los alcances extremos de la acción artística y extendiendo la noción del arte como una práctica continua, moldeable y siempre en transformación. Una práctica que devela y pregunta por quiénes somos, a dónde vamos, qué nos rodea.

Y entonces, allí sí, estamos hablando de un aporte mayor por parte del artista más cowboy de todos: el arte como puerta ontológica.

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