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Sí, el Superman de James Gunn es pro-inmigrante (y antisionista)

La adaptación de James Gunn del superhéroe por antonomasia desmuestra que pelear contra el odio es lo más humano (y punk rock) que se puede hacer.

Días antes del estreno de Superman, la burbuja noticiosa de la derecha en Estados Unidos convirtió en noticia un comentario del director James Gunn, en el que hizo un recordatorio de que el personaje era un inmigrante. Y es verdad. No solo es la mayor definición de inmigrante, al venir de un planeta que ni siquiera se encuentra en nuestro Sistema Solar (lo que al menos le daría una razón inmediata para proteger a la Tierra), sino que es uno cuyos padres adoptivos del Kansas rural tuvieron que crear papeles falsos para ocultar su origen. Pero ahora, cuando miles de latinos son perseguidos solo por su etnicidad o su color de piel, y que son deportados sin el debido proceso, al parecer es un problema pensar que el héroe ficticio es de otro planeta y que solo está en la Tierra para ayudar a los inocentes, sin importar el contexto político. 

Advertencia: este comentario contiene spoilers*

En esta obra, el origen del personaje —esta vez interpretado por David Corenswet— no es mostrado de forma tan explícita como en Superman con Christopher Reeve o en Man of Steel con Henry Cavill, pero podemos imaginarlo. Su asimilación no fue compleja. Es un hombre blanco en Estados Unidos del medio oeste; no es latino, no es asiático, no es afrodescendiente, y no fue sino hasta su adolescencia o quizá un poco después, que descubrió sus raíces. Es ahí donde encuentra la grabación de un mensaje que le dejaron sus padres. Debido a una falla durante su llegada a la Tierra, solo se puede ver el inicio de la grabación. Clark Kent le da su propia interpretación: que debe proteger a las personas de este planeta y ser un buen hombre. Esta lectura nace a partir de la educación que le dio su familia de Kansas, la que le dio un hogar y que, en palabras de su padre, Jonathan Kent, le dio herramientas para salir al mundo.

Son esas lecciones las que lo llevan a detener una guerra que él consideraba injusta. Boravia, una nación aliada de Estados Unidos y con bastante poder militar, quiere invadir la nación vecina de Jarhanpur, con el argumento de que están bajo un régimen autoritario. Sin embargo, los periodistas del Daily Planet, Clark Kent y Lois Lane, saben que eso no es verdad y que existen otros intereses detrás de la invasión, además de que Jarhanpur no tiene la fuerza militar para protegerse y su población civil se encuentra vulnerable. Por lo tanto, Superman destruye algunos tanques y amenaza al líder de Boravia, lo que impulsa al gobierno estadounidense a considerar asesinar o arrestarlo.

El comentario está lejos de ser sutil. Gunn no es un escritor que lo deje todo en el subtexto y sigue el ejemplo de los cómics de la Silver Age y de las series animadas de superhéroes de los 90s, y establece claramente el problema. Hay más de una escena con un grupo militar con tanques, armas y camionetas en un lado, y civiles desesperados con pocos recursos en el otro. Incluso no puede ser solo un conflicto. Algunos de los asistentes compararon la situación con la de Rusia y Ucrania considerando que Jarhanpur es acusado de ejercer un régimen autoritario. Y posiblemente, si vemos otros conflictos menos cubiertos por los medios, encontraremos otros puntos de comparación. El dilema de Superman no era complicado.

En la que podría ser una de sus versiones más crueles y villanescas, Lex Luthor encarna lo podrido del sistema estadounidense. Un multimillonario con intereses financieros vinculados a la política y al negocio de la guerra. Representa el odio hacia el inmigrante, expresado principalmente a través de su constante y remarcado uso de la palabra “alien”. Y es de considerarse que en español la palabra no tiene el mismo impacto que en inglés y el contexto de Estados Unidos en el que ahora se usa constantemente para referirse a los inmigrantes (y en algunos círculos, no solo los indocumentados). También él y sus secuaces se refieren a Superman como “Kryptoniano”, como si fuera la única parte de su identidad. Es una estrategia conocida de la derecha de Trump para establecer una separación del Uno con el Otro, y así deshumanizar y antagonizar. Similar a como cuando Donald Trump insistía en llamar “virus de China” al Covid, o su forma de resaltar que el segundo nombre de Barack Obama es Hussein (vinculándolo así al dictador iraní). Expulsa odio constantemente, siendo el contraste perfecto ante la fuerza del chico de Kansas. 

Luthor tiene una oportunidad para ganar ventaja después de que encuentra algo que justifica aún más su odio y que puede propagarlo en otros. Al invadir la guarida de Superman, encuentra el mensaje que le dejaron sus padres y logra reconstruir la parte perdida, en la cual los padres kryptonianos del héroe le piden que conquiste la Tierra, que mate a cualquiera que se oponga a él y que tome múltiples esposas para restaurar Krypton. 

Otra parte del villano representa a Elon Musk. En una escena bastante caricaturesca, la película muestra que el villano tiene filas con cientos de monos escribiendo comentarios negativos sobre Superman en redes sociales, influenciando así la perspectiva pública. También es un hombre que desarrolla tecnología sin importar los riesgos o los daños que puede causar, como si el mundo fuera su laboratorio, y las personas, sus conejillos de indias. Tan solo días antes del estreno, Grok, el sistema de Inteligencia Artificial de X expresó durante varias horas respuestas antisemitas y llenas de odio, además de que se autodenominó “Mecha Hitler” después de que Musk dijera que lo arreglaría para no considerar fuentes que él considera “no confiables”. 

Aquí entra el papel del periodismo. El Daily Planet del mundo de Superman siempre ha sido un ícono de la verdad en igual o mayor medida que el hombre de acero, y el trabajo de Lois Lane en conjunto con el héroe suelen ser clave para derrotar a los villanos. El equipo de periodistas descubre que Luthor apoya con armas al país de Boravia para que, después de que la nación se apodere del territorio de Jarhanpur, el empresario reciba la mitad como parte del trato. Esto hace eco directo de los comentarios de Donald Trump en los que mencionó que Estados Unidos se encajaría de arreglar Palestina y que el territorio era bueno para construir viviendas, incluyendo un resort. A la fecha, Estados Unidos continúa apoyando al Estado de Israel, el cual promueve los asentamientos en territorio palestino. De nuevo, la película no es sutil. Superman decide ignorar el mensaje de Kryptón (“esta tierra es tu derecho”, la creencia sionista) y vivir bajo su propio ethos

Lo único que no consideró Gunn en su guión es que, incluso después de revelar los crímenes de Luthor, la esfera noticiosa de la derecha real hubiera dado un giro a la historia para seguir vilipendiando a Superman y proteger al empresario. Sin embargo, precisamente esa desconexión de la realidad hace que la obra cobre un valor diferente. No es una película política en forma explícita, es política en el sentido en el que todo arte es político, y utiliza el contexto social de la misma forma que lo han hecho los superhéroes desde el último cuarto del siglo pasado. 

Un reporte de la cadena de derecha Fox News en Estados Unidos describió la película como “woke”, que puede traducir como “progre”, en la jerga mexicana. Aunado a esto, algunos usuarios de Internet amnésicos afirman que en el pasado este tipo de mensajes no estarían en las obras de superhéroes. Sin embargo, el ejemplo más claro es la serie animada de X-Men, donde se abordaban temas de racismo y miedo hacia “el Otro”. Personajes extremistas como Bolivar Trask buscan erradicar la raza mutante porque lo consideran una amenaza a la supervivencia del “homo-sapiens”. 

La serie animada de Superman también presentó un episodio doble titulado Blasts from the Past, donde el héroe se encuentra a una prisionera kryptoniana llamada Mala, a quien primero ve como una posible aliada. Sin embargo, después se revela que ella tiene ideas autoritarias y que desprecia a los humanos. Al liberar a otro prisionero, trata de conquistar la Tierra. Similar a la película de Gunn, es una reflexión sobre la asimilación, el prejuicio mutuo y el potencial del “extranjero”, además de que el racismo se encuentra en la perspectiva kryptioniana sobre la humanidad como una raza inferior. 

Nada de esto debería sorprender, considerando que el personaje nació de dos judíos hijos de inmigrantes, Jerry Siegel y Joe Shuster, cuyos padres eran de Lituania y Países Bajos, respectivamente. A la fecha se cree que sus orígenes pudieron influenciar su trabajo, ya que el personaje es una figura que buscaba asimilarse como estadounidense. 

Y aunque Gunn no es un activista, sino un director de Hollywood, sus creencias son claras en sus guiones y su “atrevimiento” a ofrecerlas a una audiencia masiva lo separa de otros realizadores del género. The Suicide Squad, su primer trabajo con DC, es una obra antiimperialista y una crítica clara a la influencia estadounidense en los regímenes de otros países. En la serie Peacemaker el personaje principal pelea contra nazis y el villano es un supremacista blanco. Y aunque nunca ha tomado su lugar para decir “Liberen a Palestina”, prefiere hablar a través de su obra, y recordar a la audiencia que lo básico y la respuesta es abogar a la empatía y a su humanidad. 

Casi al final de la obra, Superman tiene un breve monólogo en el que explica porqué no es diferente al resto de las personas. A la vez, nos recuerda por qué todos somos humanos, y que la idea de “el Otro” está basada en el miedo y el odio, a veces enmascarados en superioridad. Y pelear contra eso es lo más humano (y punk rock) que se puede hacer.

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