El tequila, dirán algunos, se debe tomar solo. Por fortuna, esos «algunos» se quedaron allá, en el siglo pasado y no discuten mucho hoy con nosotros. Quienes aseguramos que las bebidas espirituosas están ahí para gozarse, explorarse y hasta reinventarse. Ésta es la era de los audaces. De los que cambian las reglas y se sirven del mundo con cuchara grande; sin permisos ni perdones. Y, vaya… tampoco cargaremos de un carácter revolucionario y una actitud desafiantemente vanguardista el mezclar nuestro tequila favorito con un poco de frutas en la licuadora. Pero aunque ligero, éste es un cambio que nos anuncia otras transformaciones: qué tienen permitido o no beber los hombres de a de veras, cuánto o no puede marearnos un «coctelito» de colores y qué tan conocedores podemos ser al pedir una etiqueta en específico con una mezcla «estrafalaria», como le llamarían ciertos personajes. Para pensarse, ¿no? Con la mixología y la cultura del bar llegaron nuevos horizontes para las masculinidades, la tolerancia, la curiosidad creativa y el permiso —prácticamente— de hacer lo que se nos dé la regalada gana.
Sí, sí… un derecho de tequila —doble, porque los demás no cuentan— todos lo disfrutamos. Es claro que muchos nos lo hemos acabado de un solo trago para después lamer un poco de sal sobre el dorso de nuestra mano. El limón es cosa evidente. Aunque también podría ser más propio de un extranjero o de cuando nos sentimos muy Frida Kahlo en alguna de nuestras fiestas. Quién sabe si la verdadera, pero la de Salma, por lo menos, sí. El tequila en caballito es para cuando somos exuberantemente mexicanos. Hasta suenan mariachis al sonar el tequilero sobre la mesa.
La diferencia
Sin embargo, el tequila solo también es el de las desgracias. El que se sorbe mientras oímos a Juanga, a José José, a José Alfredo y a la queridísima Chavela, entre otros. Ése que nos hace sentir un Pedro Infante o un Armendáriz tejiendo en el aire sus pérdidas.
En cambio, y volviendo a lo que nos importa, el tequila en coctel es la pura gozadera. Si después vienen las lágrimas y los lamentos, eso es cosa aparte… La coctelería está allí para divertirse, sonreír, quedar con el ojo «cuadrado», incluso para reflexionar y dártelas de «muy alternativo» o con mucho hype en tu ciudad. El tequila mezclado se disfruta igual —y a veces más– que un derecho. Todo depende de cuándo, cómo y, por supuesto, con quién.
Entonces, ya sea que estés recibiendo invitados en tu casa o sólo estés dándole la bienvenida a tu sed de viernes por la tarde, aquí una serie de cocteles fáciles, rápidos y, mejor aún, con uno de nuestros tequilas preferidos en el mundo.
Las recetas
Coctel Dorado
Necesitas: 1 onza de Maestro Dobel Diamante. 1/2 vaso de jugo de lima. 1 cucharada de miel.
Lo preparas: mezclando todo suavemente, como si fueras un experimentado mixólogo.
C6
Necesitas: 60 ml de tequila Dobel Diamante. 20 ml de jarabe de maracuyá. 20 ml jugo de limón verde. 15 ml de jugo de piña. 20 ml de Té de Rooibos. 2 gramos de carbón activado. Escarcha de sal negra.
Lo preparas: mezclando todos los ingredientes dentro de un shaker, haciendo un movimiento de brazos como si fueras cantinero en cualquier película mexicana con danzón de fondo y sirviendo en un vaso old fashion con hielo.
Dobel tropical
Necesitas: 60 ml de Dobel Diamante. 30 ml de jugo de limón verde. 25 ml de jarabe de melón. Refresco de limón.
Se prepara: mezclando todos los ingredientes en un shaker con hielo y sirviendo en un vaso alto, agregando un top de refresco de limón.
Sea cual sea tu elección, inclusive podría no estar aquí, sólo no olvides una cosa. El tequila se bebe como tú más quieras y, sobre todo, por cualquier motivo. Así que vete preparando, porque hoy tocan por lo menos unas margaritas.
