Como parte de los 20 años que recuerdan el atentado terrorista del 11 de septiembre del 2001, Netflix ha lanzado Punto de inflexión, una nueva serie que consta de 5 capítulos que relatan genealógicamente los trazos históricos que desembocaron (así como sus consecuencias) en aquel choque a la torre norte y sur del World Trade Center.
De la mano de los relatos en viva voz de los sobrevivientes que se encontraban en las torres gemelas momentos antes, durante y después de que los vuelos 11 y 175 de American Airlines se estrellaran, Punto de inflexión pone sobre la mesa los afectos que construyeron uno de los momentos históricos más sobresalientes de principios del siglo XXI. Así como su contraparte, las figuras políticas estadounidenses y afganas que entramaron relación sobre la situación develando los momentos clave de la toma de decisiones.
El conflicto entre Estados Unidos y Afganistán (así como el resto de países arábigos) explicados en Punto de inflexión dan muestra de un hecho completamente contundente: no se trata de una guerra contra el terrorismo, sino de una expansión ideológica de un pensamiento completamente moderno que enjaretó a una nación islámica una problemática ajena producto de la guerra fría.
La ocupación soviética en Afganistán de los años 80 fue una declaración de expansión ideológica tal y como se desarrollaban estratégicamente las acciones militares por parte de ambas potencias político-económicas E.U y URSS. Es aquí donde entra el aspecto moderno de la configuración política, económica e histórica de los países protagonistas de la guerra fría. ¿Cuál es esa genealogía que desemboca en los eventos del 9/11 y posteriores?
Si la modernidad desde el siglo XVIII prometía valores como legalidad, igualdad y fraternidad, estos mismos no alcanzaron a cubrir a todo el mundo (una buena pregunta sería: qué es todo el mundo para la concepción moderna de ese entonces y de ahora), más bien las consecuencias de dicha modernidad terminaron por volcarse hacia el ser humano ilustrado, no de manera inmediata, más bien a largo plazo.
La razón y la ciencia como ingredientes para una mejor sociedad moderna no precisamente se inclinarían hacia una trayectoria benéfica universal. El sustento de la modernidad (si algo nos ha enseñado Adorno y Horkheimer en Dialéctica de la Ilustración) está en el miedo. Ese sentimiento tan antiguo que trata de fungir como un escudo ante lo desconocido que permite oscilar entre el control o la aniquilación como soluciones.
El control y el miedo en su halo moderno sirven como sinónimos y sus vías para ser efectivos son la razón y la ciencia. Ya pudo observarse durante la Segunda Guerra Mundial, ante las formas tan racionales y científicas de estigmatizar así como de exterminar a millones de personas por ser diferentes; la historicidad del 9/11 no es muy diferente en sus bases socio-políticas.
Combatir en territorio ajeno por que prevalezca un modo de ejercer lo social, lo político, económico, histórico y por lo tanto cultural, es lo más moderno que puede existir; esa fue la guerra fría cuyo daño en Afganistán rindió sus frutos: la radicalización de sus habitantes gracias un conflicto ajeno que no les tocaba cargar en su espalda.
El pretender llevar (o imponer también puede usarse) una mentalidad distinta creyendo que es lo mejor es característico del ser humano moderno. Las consecuencias de ese pensamiento moderno derivaron en los ataques terroristas y continuaron siendo modernos en la guerra de Irak que fue más allá de la persecución de los autores de los atentados a las torres gemelas.
No se trata de justificar los ataques terroristas al World Trade Center, sino entender en su complejidad la relación estructural de uno de los eventos más importantes del siglo XXI, pues no fue un caso aislado, así como la mayor parte de los eventos en la historia de la humanidad y la repercusión que tiene en cada una de nuestras vidas y la posibilidad de acción que tenemos a partir de ellas; esto es una invitación a poner en práctica nuestra imaginación sociológica como diría Charles Wright Mills.
¿Qué tipo de eventos desencadenaron el 9/11, la guerra en Irak y cómo impactó en la vida de miles de personas siendo participes indirectos? ¿Y cómo este ejercicio de imaginación sociológica puede ayudar a comprender mejor nuestro entorno?
Sin duda alguna, Punto de inflexión es una serie-documental que no puede perderse de vista a dos décadas de uno de los eventos más importantes de occidente, pues ya forma parte de una revisión histórica de los hechos que pueden verse desde los lentes de lo social.