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Óscar Chávez: un retrato sonoro de amores, transeúntes y guerrilleros

Entre las muchas cosas que le podemos agradecer a Óscar Chávez está el retrato sonoro que hizo del país y todas sus realidades. Descanse en paz.

Pocas personas le cantan a la ciudad como lo hizo Óscar Chávez, uno de los hijos favoritos de la Portales. Entre sus canciones se esconden las calles del Centro y sus personajes, la juerga, las serenatas y los momentos más entrañables de la bohemia mexicana, esa que además de pasarla bien, conspira y lucha por un futuro más prometedor.

Óscar Chávez es uno de los máximos exponentes del canto nuevo en México, en junio de 2019 la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México lo reconoció como Patrimonio Cultural Vivo de la Ciudad de México y, por supuesto, es un título que le queda muy bien. Su música es una representación de nuestra sensibilidad colectiva. Canta de amores, sí, pero también de heridas que no borra el tiempo como la matanza del 2 de octubre de 1968.

Óscar Chávez y su romance capitalino

 

Con la tipología urbana como principal elemento, los protagonistas de su cancionero no son otros más que los transeúntes con los que uno se cruza todos los días. En sus letras aparecen los políticos, campesinos, guerrilleros, estudiantes, vendedores, caminantes y mariguanos que siempre hacen noticia o de menos bulto entre las multitudes que caminan en todos los niveles de la ciudad.

Supo hacer del activismo un arte, entre sus versos uno siempre encontraba una pedrada o al menos una amistosa referencia a quien estuviera oprimiendo al país. No se dejaba de nadie porque, como todo buen Caifán, Óscar Chávez era alguien que las podía todas y no se intimidaba ante nada. Por eso era el caifán mayor y por eso su voz va a retumbar en todas las bocinas y salas del país, porque sus canciones no tienen fecha de vencimiento. De hecho, considerando los tiempos, parece que se vuelven todavía más fuertes que en el momento en que fueron escritas.

Por eso hoy no queremos prenderle velas, sino barricadas para que nadie borre su recuerdo y nunca se acabe su voz. Descanse en paz.

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