Hay objetos que hablan de la identidad y el espíritu de México, y después está la lámpara de mimbre. Suave a la vista, rígida y protectora al tacto. Tropical como ella sola; capaz de transportarnos con su mera presencia a una noche apacible de grillos cantando, ligeras caricias de viento y una cerveza fría que bien pudo ser un café, pero despedir el día con una botella suena mejor en esta parte del mundo.
El mimbre está en todos lados donde haya un poco de México: las manteletas en el desayunador de la cocina, las canastas y los bolsos que todavía usamos para ir al mercado, los tortilleros a la hora de comer, los baúles donde almacenamos la ropa de cama y hasta los sillones de nuestras casas. Y con todo esto nos preguntaremos ¿por qué tanta cosa de mimbre en nuestras vidas? ¿De cuándo acá tanta importancia? A lo que sólo podríamos responder diciendo que la frescura y alegría de sus formas, incluso sus colores, es analogía de lo que somos los mexicanos. Sonrisa tumbada al sol. Un «hágache pa’cá» con la brisa contra el rostro. Una serenidad arrullada por las palmeras. La luz primera del día sobre el piso de la zotehuela.
Origen de la lámpara de mimbre
Este tipo de artesanía, como casi todo trabajo popular que coquetea con la estética de nuestro país, es resultado del más puro sincretismo entre el México precolombino y España. La lámpara de mimbre hereda, entonces, su silueta y energía del horizonte mesoamericano, cuando la cestería daba solución a la vida doméstica mediante fibras naturales y las tradiciones del tejido; asimismo, ésta sigue los caminos que la conquista y la Colonia dejaron tras introducir los diseños del Viejo Mundo al imaginario del mundo nahua. Canastas, sombreros, objetos de culto religioso y decoración tomaron posición central, incorporando también otros elementos como la paja, la madera y, finalmente, el mimbre. Que coincide en muchas partes del mundo como un material de diseño antes de que el diseño mismo fuese conocido así.
Este último punto, de hecho, complica un poco las cosas, puesto que entre todas esas felices casualidades que ocurrieron en el mundo previo al tiempo se encuentra el uso del mimbre y la cestería en más de una civilización. Lo cual hace difícil marcar un origen puntual para este tipo de objetos; incluso hablando de la lámpara que hoy nos reúne en estas líneas. Sin embargo, y valiéndonos de lo romántico que puede ser el pensamiento mágico, podríamos decir que el destino haría de la lámpara de mimbre un diseño absolutamente mexicano. Tanto así, que hoy son muy pocos los países que se dedican a la cosecha de este material y han podido consolidar una artesanía tan identitaria como ésta.
Citando a Chavela Vargas, los mexicanos nacemos en donde se nos da la chingada gana; y todo parece apuntar que la lámpara de mimbre, si es que nació lejos de México, escuchó el llamado de su esencia.
Dónde se trabaja la lámpara de mimbre (y la cestería) en México
A pesar de que los materiales de la cestería son biodegradables, arqueólogos en zonas áridas y en semiáridas de México han hallado evidencia de diversos estilos artesanales de este trabajo —incluidas cuerdas y bolsos— que siguen siendo identitarias de nuestro país. Entre ellos: Tamaulipas, Puebla, Oaxaca, Morelos, Michoacán, el Valle de México y, por supuesto, Querétaro y Tabasco. Dos regiones altamente conocidas por este tipo de trabajos.
Tequisquiapan, Querétaro
La fama de esta zona se debe no tanto a su industria vinícola —que hoy le convierte en uno de los destinos más amados del turista nacional—, sino a la amplia producción de artesanías de fibras vegetales. Hoy, adaptándose a nuevas necesidades —como una cosecha controlada en pos de la sostenibilidad de esta práctica— e innovando para ofrecer productos más modernos, la cestería recobra fuerza y da un paso adelante en términos de diseño. Lo que te recomendamos en acento es que adquieras piezas elaborados por artesanos locales o por diseñadores que ejerzan comercio justo con comunidades herederas de esta tradición. Entre las tiendas a donde puedes acudir y asegurarte de ello está la del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART).
Tapijulapa, Tabasco
Con un material llamado mutusay, esta región es bastante conocida por fabricar joyería, cestas, lámparas, adornos y muebles. El iniciador de esta artesanía, hace 40 años, fue Benito Veloz; sin herramientas específicas se cuenta que él comenzó a trabajar con las ramas trepadoras que cuelgan de los árboles en la zona e instauró así lo que hoy podemos entender como el sustento económico más importante de este pueblo. Un lugar que debes visitar, porque es el único donde se utiliza este material para la cestería mexicana.
Destaca entre muchos otros justamente por las propiedades cromáticas y al tacto de la rama. Lo cual da a la clásica lámpara de mimbre otro nuevo sentido.
Auge de las lámparas de mimbre
En los últimos años, aproximadamente desde 2010, la atención hacia las artesanías mexicanas como un componente esencial para el interiorismo, la decoración y el diseño contemporáneos incrementó. Con variables que van del minimalismo al brutalismo, el trabajo de cestería aumentó en demanda gracias a los mensajes que éste guarda sobre una vida natural. Una existencia desenfadada, orgullosa de sus raíces mexicanas y en el sensual encuentro de la sofisticación con lo rústico.
Como resultado también de una economía fluctuante y una estética renunciante a los estándares hiperoccidentalizados del diseño industrial, las lámparas de mimbre en México —entre otros objetos del mismo material o proceso— se convirtieron en un símbolo de estilo neo-bohemio, medianamente zen y de urdimbre colonial. En piezas centrales entre el catálogo de mobiliario perfecto para una población cada vez más satisfecha con sus orígenes y acervo.
Especialmente, estas lámparas se caracterizan por su ligereza y por la radiación de luz calada sobre las superficies con tal de generar atmósferas tropicales, de playa y familiares.
La Lámpara Wicker de Mestiz
Esta lámpara colgante de mimbre fue diseñada por el diseñador mexicano Daniel Valero, de Mestiz, y fue elaborada por artesanos de Tequisquiapan, México. Inspirada en la mezcla de técnicas industriales y artesanales, Mestiz se centra en desarrollar piezas estimulantes con un trasfondo teórico. Combinando la artesanía tradicional y el talento local, crea productos de estilo de vida contemporáneo.
La lámpara Wicker de Mestiz es una de las interpretaciones contemporáneas de este diseño tradicional, hoy.
Qué es Mestiz
Mestiz es un proyecto que busca difundir la artesanía tradicional y el talento local a un estilo de vida contemporáneo. Su visión se posa en el trabajo creativo de hoy para la recuperación y evolución de la artesanía mexicana.
Quién hace la marca Mestiz y en dónde se vende
Daniel Valero está al frente de la marca; él es un arquitecto y diseñador mexicano con estudios en México, Finlandia y Francia.
Daniel fundó Mestiz en 2015 con el deseo de crear piezas estimulantes con una fuerte identidad regional; su trabajo se basa en la colaboración entre el diseñador y el artesano, difuminando la línea entre ambas disciplinas.
Daniel Valero ha sido reconocido con el Premio Nacional del Mueble en 2014 y con la Beca Nacional de Artes Aplicadas en 2016 para estudiar la especialidad de Diseño Textil en la École supérieure des Arts décoratifs de París.
Mestiz vende directamente sus diseños en México. Su taller se encuentra en San Miguel de Allende y contactando a la marca por mail: [email protected].