En el bestiario fantástico del México antiguo son pocas las criaturas que destacan más que la bruja. Sí, esa mujer que anda de noche convertida en bola de fuego, lechuza o guajolote; que gusta de beber la sangre de hombres descuidados o de niños recién nacidos y de la cual muy pocas veces nos preguntamos sobre su origen.
Al igual que ocurre con la Llorona o el Charro Negro, la Bruja tiene un montón de leyendas que giran a su alrededor. Quienes vivan cerca de algún lugar que tenga fama de ser un “pueblo de brujas”, seguramente habrán escuchado alguna historia sobre algún tío que tuvo por novia a alguna bruja; sobre bolas de fuego que danzan o “pelean” antes de esconderse detrás de un cerro; o, la más conocida de todas, la de los recién nacidos que aparecen muertos debajo de sus cunas y sin ninguna gota de sangre en el cuerpo ¿Pero de dónde vienen todas estas historias y por qué son tan populares en México?
De acuerdo con el doctor Marciano Netzahualcoyotzi Méndez en su artículo ¿Mordida de bruja o enfermedad? Las muertes de niños en un pueblo tlaxcalteca (México), 1917-1922, la mayoría de estas historias tienen origen en San Bernardino Contla, un municipio situado al centro-sur de Tlaxcala en donde, todavía a principios del siglo pasado, se atribuían las muertes infantiles a las mordidas de bruja e incluso eran una causa de muerte legitimada por el juez del registro civil municipal.
La leyenda de la Bruja
La historia de las brujas es similar en cualquier latitud: desde tiempos remotos, la humanidad cree en fuerzas que controlan el destino del mundo, así como en personas con el poder suficiente para controlarlo a su favor. Evidentemente, con la versión mexicana las cosas no son muy diferentes; sin embargo, su origen no es tan antiguo cómo se supone. Así como hay quienes sostienen que la “bruja chupa-niños” es de origen prehispánico, hay quienes afirman que se trata de una figura del folklore europeo y curiosamente, ambos tienen razón.
La bruja mexicana, tal y como la conocemos ahora, es fruto de la idiosincrasia prehispánica y de la europea. Si no fuera así ¿de qué otra forma podrían estas mujeres hacer pacto con el diablo? Evidentemente, el concepto de bruja en la Europa medieval tiene un peso impresionante sobre la concepción de su equivalente mexicana.
Por otro lado, aquello de convertirse en ave y rondar los pueblos durante la noche es una característica de la hechicera prehispánica conocida como tlahuipuchme o tlahuelpuchi que es, ni más ni menos, la mujer que camina sobre el fuego y es capaz de “desatornillar” sus miembros para volver su cuerpo el de un guajolote o lechuza que anda rondado de noche por los techos de las casas.
Las Tlahuipuchmes y la tradición oral
Según la creencia popular, el ritual por el cual las tlahuipuchmes se convierten en pájaros es más o menos así: se prepara un fogón con madera de capulín, raíces de agave, copal y hojas secas de zoapatle —una planta ancestral que, según la medicina prehispánica, induce al coito. Una vez encendido el fuego, las brujas tienen que caminar por él tres veces paseándose de norte a sur y de este a oeste; después tienen que sentarse sobre las llamas mirando hacia la dirección donde encontrarán a su próxima víctima. El calor facilitará el desprendimiento de sus extremidades para que puedan continuar con su transformación.
Para salir a alimentarse prefieren las noches frías y lluviosas; mientras más potentes sean estas dos condiciones climáticas, hay más probabilidad de que las brujas se posen sobre las casas donde haya un recién nacido o un niño pequeño, ya que a esa edad la sangre es mucho más rica para ellas.
¿Causa de muerte? Mordida de bruja
Aún cuando fue el mismo cura vicario de la parroquia de San Bernardino Contla quien atribuyó las muertes de niños como María Baldiana Leonarda Bautista, quien murió los 20 días de nacida el 22 de abril de 1918, a enfermedades típicas de esa edad como la alferecía o la calentura; el registro civil seguía documentando las causas de muertes oficiales como “lesiones de bruja”, “mascó la bruja”, “lesiones de mordidas de bruja” y “maleada por la bruja”.
Esas actas consultadas por el doctor Netzahualcoyotzi fueron razón suficiente para que, aún en nuestros días, los padres de recién nacidos de algunas regiones coloquen tijeras abiertas y espejos debajo de la cama del niño y pongan crucifijos por toda la casa. Y es que, aún cuando la leyenda de la bruja es tan antigua como México mismo, la tradición oral seguirá dando de qué hablar y estos seres seguirán existiendo, al menos en el imaginario colectivo.