Un grupo de veinte personas vestidas de blanco de pies a cabeza aparecen en la salida este de la Glorieta de Insurgentes en la Ciudad de México. En completo silencio, forman una fila frente a la entrada de la Fiscalía General de la República. Lukas Avendaño se levanta sobre una jardinera, alza el puño y eleva su voz:
“Es mayo cuando los poros de la tierra se convierten en cráteres,
mayo cuando como erupciones,
los pequeños cráteres de la tierra exhalan su aliento.
Mayo es el verano,
es en mayo la vela de la Inmortal Sandunga,
y esa inmortalidad está decretada para los que desaparecen…
Y las chicharras lo saben,
estridulan como un coro celestial pegadas a los árboles”.
El grupo responde repitiendo cada verso al unísono, cada vez más fuerte. El desconcierto aborda a los transeúntes cuando, sin siquiera advertirlo, el performance los arroja a una disyuntiva: ser cómplices del silencio y marcharse ignorando lo que acontece ante sus ojos, o mirar por unos segundos y tratar de comprender de qué se trata. A la espalda de las personas de blanco, la leyenda “¿A dónde van los desaparecidos? Buscando a Bruno” aporta una pista sobre lo que hacen ahí.
Dos niños que juegan a unos metros conversan casualmente ante la escena y aún a su corta edad, sin mediación alguna, se decantan por la segunda opción: “¿Qué hacen?”, pregunta uno. “¡Están buscando a Bruno!”, responde el otro con efusividad después de apretar sus párpados y fruncir el ceño en dirección a la escena, como quien se esfuerza por entender un idioma extraño en busca de respuestas.
Su respuesta está cargada de sentido común. Aún en sus conciencias infantiles, la pregunta escrita a las espaldas de los trajes de bioseguridad resulta ineludible. En medio de la fila, cinco overoles con las letras B R U N O forman un nombre y dan cuenta de una historia inconclusa.
“Las cigarras de mayo que se inmortalizan,
en el percutir de sus abdómenes,
18 de mayo es día de los beatos,
y en ese santoral te encuentras tú,
retoño de mezquite,
aleteo de chicharra,
flor de flamboyán,
Delonix regia escarlata,
cigarra canicular, Bruno.
Hoy eres una larva,
pero cuando emerjas serás un hermoso Cicada orni,
como la vez que te trajeron a casa,
chupábamos tus pies y te resoplábamos el abdomen,
y te reías estridentemente adivinando el futuro de tu tona,
de tu nahual, de tu avatar”.
La fila se rompe de vez en cuando para formar un círculo que continúa recitando en voz alta. Al frente está Lukas Avendaño, un artista muxe con más de dos décadas de trayectoria cuya performática aborda temáticas de identidad sexo-genérica y etnicidad.
El motivo del performance descansa en los hechos ocurridos el 10 de mayo de 2018, cuando su hermano Bruno Avendaño desapareció en Tehuantepec, Oaxaca a plena luz del día.
Un año después, Lukas Avendaño declama frente a la Fiscalía General de la República para denunciar la inacción y pasividad de las autoridades en el caso. Vestido con un traje de bioseguridad como el que utilizan los peritos forenses mientras toman muestras y recogen indicios en la escena del crimen, el artista escénico presentó la pieza “Llamado a la autoridad”, una exigencia de esclarecimiento ante una investigación plagada de omisiones, errores y dilaciones.
La denuncia desde el arte, un acto de desesperación
A partir de la desaparición de Bruno, a las temáticas del quehacer escénico de Lukas se añadió la premisa de dar rostro a los desaparecidos. No obstante, no se trata de un capricho artístico, sino de una alternativa que nació de la desesperación.
El 19 de junio de 2018, Lukas realizó un acto en el consulado de México en Barcelona que culminó con una queja ante la Secretaría de Relaciones Exteriores, que a su vez giró un documento al Fiscal General de Oaxaca para pedirle atención al caso, dada la trascendencia de Avendaño en la prensa internacional. Sólo entonces las autoridades mexicanas atrajeron el caso:
«Mi quehacer escénico es el único recurso que tengo. Si fuera abogado seguramente haría algo distinto, pero mi quehacer se reduce a las artes. El día en que interpuse mi denuncia en el consulado de México en Barcelona fue mediante un acto performativo,un acto de desesperación porque habíamos caído en la más absoluta desesperanza».
«Fue mediante esa acción que por fin pudieron atraerlo y eso me ha llevado a que recurrentemente haga uso de este formato para evidenciar la situación que estamos viviendo y que no es ajena a la que han vivido o están viviendo muchas otras familiares de desaparecidos en el país», asegura Lukas.
Desaparición forzada: culminación de una política de invisibilización
Según cifras de la Secretaría de Gobernación, en México existen más de 40 mil personas desaparecidas. Lukas Avendaño está convencido de que la desaparición física es la culminación de una política de invisibilización que conlleva marginación y olvido. Es parte de un sistema que hace de la desigualdad norma, donde la corporeidad es el último paso una vez que un sujeto ha sido castrado de su libertad, de su potencial creativo, de su capacidad de tomar decisiones y ejercer sus derechos más fundamentales.
Lukas reflexiona sobre la vida de su hermano y mientras repasa su devenir, enumera las múltiples desapariciones que ha sufrido:
“Yo creo que la desaparición física es la culminación de una serie de desapariciones previas. Bruno antes de ser marino, de ser cabo de la SEMAR, intentó cruzar a EEUU y migración lo deportó. Antes de ser ilegal, Bruno fue jornalero en los campos de Sonora, como el día de hoy hacen miles de jóvenes en esa situación. Esos jóvenes que emigran a los estados del norte para levantar la cosecha ya son desaparecidos sociales. Han padecido la desaparición social, la desaparición económica, la desaparición cultural y laboral».
“Bruno ha venido sufriendo una serie de desapariciones. El acabose es su desaparición física y por eso es importante darle rostro; es importante darle rostro a los desaparecidos porque incluso lograr la enunciación de desaparecido es un acto de justicia”.
Desterrar las pasiones tristes: la alegría como acto subversivo
Para el artista escénico, el medio más importante para encontrar a Bruno y a las decenas de miles de personas en la misma situación es la imaginación. «Es el recurso más valioso que tenemos los nadie, los que hemos sido desaparecidos», afirma mientras esboza una sonrisa. Lukas sonríe porque en cada risa encuentra rebelión, porque desde su quehacer artístico ha forjado un derrotero para plantar cara a las desapariciones forzadas, al miedo y la desesperanza.
“Vamos a seguir buscando a nuestros familiares con mucha imaginación y mucha alegría. Creo que estar alegre en esta situación es transgresor para una política que parece encaminada a que imperen pasiones tristes en nuestros cuerpos y subjetividades. Y no, vamos a desterrar las pasiones tristes. Vamos a salir a marchar siempre con mucha alegría, con mucha imaginación y con mucha determinación, con la consigna de que nadie merece desaparecer”, concluye.
Bruno chicharra, quizá por eso te fuiste en mayo,
cuando el ecosistema conspira para inmortalizarte,
Niño Chicharra,
Niño Cigarra,
Niño Cicada Orni,
Niño Flamboyán,
Niño Delonix regia escarlata,
Sol de mayo y 40 grados centígrados,
a la sombra y tu estridular,
me recordarán por siempre que mayo,
es el mes NO de los desaparecidos,
SÍ de los perpetuados e inmortalizados».