Ya está. Barbie ha significado —como muchos críticos y especialistas en temas sociales sostienen— un estereotipo dañino para las niñas de todo el mundo. Y no sólo eso. También una silenciosa herramienta de validación, adiestramiento y sistematización en varios otros asuntos de política e incluso ética. En su figura, rostro y hasta color de pelo se esconden, indudablemente, los prejuicios de raza, belleza y poder que tan profundamente echan raíces en todos nosotros. Personas de cualquier edad, no importan nuestros orígenes ni nacionalidades. Sin embargo, en su lucha por reconocer y enmendar esta historia, la muñeca más famosa del mundo pone desde hace varios años todo su empeño en cambiar esta narrativa.
Sí. La ganadora sigue siendo la más rubia y blanca de las muñecas. La Barbie «original». Aquella que lo tiene todo: sonrisa, cuerpo y estilo, desde los ojos de la hegemonía estadounidense. No obstante, no podemos obviar que este juguete —instrumento para conocer al mundo, como todos los objetos de su clase— ha intentado expandir sus horizontes y sostener la vanguardia que le acompaña desde el día uno. Recordemos, de hecho, que su origen se debió a la necesidad de responder una falta de representaciones en el mercado de la juguetería. Época cuando las niñas sólo tenían la oportunidad de jugar a ser mamás con sus muñecos.
Pasos y traspiés
Materializando como nunca su eslogan que le apuntaló hacia la fama —Sé lo que quieras ser—, Barbie ha pasado de experimentar con diferentes profesiones como ser astronauta, veterinaria e ingeniería, por ejemplo, a mostrar otras identidades y colores de piel también. Incluso, su esfuerzo se traduce también en homenajes a diversas nacionalidades, culturas y tipos de cuerpo. Todo con tal de dar la mayor cantidad de opciones y visualidades a las niñas del planeta entero.
A pesar de ello, los tropiezos han sido reales. Los resbalones fueron y son verdaderos; casi inevitables. Porque los errores son naturales y los más grandes aprendizajes llegan tras el desacierto, claro. Por más que Barbie ha persistido en ser incluyente y lúcida, las equivocaciones finalmente llegan. Allí tuvimos a Share a Smile Becky, amiga con discapacidad de la rubia, cuya silla de ruedas no cabía, por ejemplo, en las puertas de la Casa de los Sueños. También tuvimos a la Barbie CEO, uno de sus modelos más famosos, que para proyectar éxito emulaba un estilo masculino de los 80. O la versión negra de la muñeca, hasta que finalmente en 1968 la marca de juguetes decidió lanzar una muñeca afrodescendiente original en vez de pintar a la Barbie clásica con un tono más oscuro de piel bajo el nombre de Francie.
El porvenir
De tal manera, por supuesto que nuestra querida Barbie todavía tiene mucho camino por recorrer en lo que respecta a representación física, accesorios incluyentes, ropa adaptativa, cuestiones de género y figura política —entre otros—. Claro, hay muchos modelos que celebran logros de las mujeres en toda la Tierra y a personajes precisos que han cambiado la historia. Sin embargo, su apariencia sigue siendo canónica y rígidamente bella, y es con ello que comercializa hasta la fecha, más allá del resto de sus mensajes.
¿Hay mucho que cuestionarle aún? Definitivo. ¿Barbie cambiará su apariencia conforme avancen las convenciones sociales de lo que significa ser-mujer o una figura de juego sin restricciones de género? Indudablemente. Si su intención es seguir siendo relevante lo hará. Así como lo ha hecho desde 1959. ¿Nos encantaría que esto fuese más rápido? Claro. Pero este tipo de avances no se dan de la noche a la mañana.
Las muñecas Barbie más progresistas
Aquí, las versiones de la famosa rubia que efectivamente ayudaron a romper esquemas y ensanchar el debate sobre la representación de cuerpos, etnias, culturas y expresiones de género que acercamos a los niños. Figuras que son clave en la historia de un juguete que debe hacer sentir a todas las infancias parte del mismo mundo.
Career Girl Barbie (1963)
Lanzada durante la segunda oleada del movimiento feminista en Estados Unidos, esta Barbie demostró que una mujer también podía encontrar su lugar en el mundo laboral. Se creó para inspirar a las niñas a soñar con trabajos fuera del hogar. Vestida con un traje de chaqueta a la moda y un sombrero, estaba dispuesta a conquistar el mundo desde su escritorio. Y vaya que lo hizo.
Astronaut Barbie (1965)
Cuatro años antes del famoso aterrizaje del Apolo 11, Barbie se le adelantó a Estados Unidos con su propio traje y zapatos para caminar por la Luna. ¿Salir del planeta? Un sueño alcanzable para todas.
Ballerina Cara Barbie (1976)
Mattel lanzó a Cara como parte de la Barbie Ballerina de aquella década. Un momento en que las mujeres negras seguían luchando por su lugar en la sociedad y la escena cultural del mundo. Definitivamente, esta muñeca se adelantó a su tiempo. Fue la primera bailarina negra en este universo y también en muchas compañías de danza.
Barbie Dolls of the World (1980)
Comenzaban los años 80 y Mattel tomó medidas para representar a mujeres de todas las formas, tamaño y orígenes. Así nació una línea de muñecas creada para mostrar otros países y culturas del mundo, dando a la marca un atractivo más global. Aunque algunas de estas muñecas se hicieron de verdad polémicas por basarse más en estereotipos que en gente real, la iniciativa supuso el esperado toque de variedad que la muñeca necesitaba.
Presidential Candidate Barbie (1992 — hoy)
Barbie ha intentado presentarse a las elecciones de Estados Unidos casi todos los años desde 1992. ¿La Casa Blanca tendrá una mujer al mando? Ella ha sido la primera.
Ibtihaj Muhammad (2017)
Esta muñeca está basada en la esgrimista olímpica Ibitihaj Muhammad, luciendo su reconocible estilo, dado que fue la primera estadounidense en competir en los Juegos Olímpicos mientras llevaba un hiyab en 2016.
Barbie Fashion Doll Line (2022)
Una muy reciente colección que se centra en representaciones de la discapacidad y la inclusión de la diversidad. Esto incluye muñecas con audífonos retroauriculares, extremidades ortopédicas, vitiligo, distintas siluetas y muchas más texturas de pelo que antes.