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Entender al coronavirus. Una viróloga mexicana despeja las dudas más comunes sobre el COVID–19

En entrevista, la Doctora Susana López Charretón, Investigadora del Instituto de Biotecnología de la UNAM habla sobre los mitos que aún no están del todo claros del coronavirus, lo poco que sabemos de estos agentes infecciosos y las vacunas en desarrollo

“Los virus no se pueden replicar si no están dentro de una célula, son parásitos obligados. Primero deben entrar a una célula y ahí se apropian de toda su maquinaria, es decir, usan todos los mecanismos de ella para replicarse”, resume la Doctora Susana López Charretón, Investigadora del Instituto de Biotecnología de la UNAM y cuya actividad profesional de las últimas décadas ha estado entregada al estudio de los virus.

Esta característica parasitaria y su diminuto tamaño –apenas visible en un microscopio electrónico y cien veces más pequeño que una bacteria– son las razones por las que el conocimiento humano sobre este microorganismo es aún limitado.

A pesar de distintas sospechas, no fue hasta 1930 que se descubrió el primer virus, el del mosaico de tabaco. Para entonces, ya habían pasado 250 años desde que Leeuwenhoek identificó a la primera bacteria conocida y medio siglo desde el descubrimiento de la acción antibiótica como un mecanismo que aumentó la esperanza de vida drásticamente durante el siglo XX.

No es sorpresa que al menos un par de veces cada década, esta intrincada forma de vida se rebele y provoque brotes con el potencial de derivar en una pandemia que cobre la vida de decenas de miles de personas, y que otros virus menos espectaculares como el VIH o el rotavirus aún dejen víctimas año con año, especialmente en aquellas geografías donde el acceso a un sistema de salud es imposible para los más desfavorecidos.

Pero, ¿cómo un organismo un millón de veces más pequeño que un milímetro puede provocar una crisis de salud global?

 

La respuesta está en que los virus destruyen distintos tipos de células según su predilección: “Eso es en parte lo que causa las enfermedades. Cada virus tiene un tropismo especial por distintas células. Así como el virus de la hepatitis se replica en el hígado, el SARS-CoV-2 se replica en los alvéolos del pulmón y causa el tipo de daños que estamos viendo”.

El SARS-CoV-2 viaja en las gotas de saliva y agua que expulsamos al toser o estornudar, llamadas gotículas por los virólogos. Puede quedarse algunas horas en el aire, mantenerse activo en superficies como plástico y acero por hasta 72 horas o finalmente, encontrar otro organismo en el cual parasitar.

El clima, condiciones de contagio y otros mitos

 

En este punto cabe una aclaración: este virus sólo puede entrar al organismo por la nariz, la boca y los ojos. De ahí que evitar tocarse la cara hasta después de lavarse las manos sea la forma de prevención personal más importante.

Respecto a las cadenas que se comparten principalmente por WhatsApp y aseguran que mantenerte hidratado y beber agua caliente con frecuencia es una forma de evitar el virus, no existe mecanismo que ayude a eliminar el SARS-CoV-2 en el estómago y por lo tanto, esto no tiene cabida en la realidad.

Respecto al clima cálido y su relación con el SARS-CoV-2, López Charretón se basa en la evidencia disponible al momento: “tenemos diez semanas de conocer este nuevo virus, aún no sabemos cómo se comporta… estamos por ver si realmente el clima tiene algo qué ver. Hay algunos virus como la influenza que tienen picos epidémicos en el invierno. En este caso, parece que no será porque se han visto brotes en Tailandia y Singapur aún a 30 grados celsius”, una razón empírica para comenzar a descartar que el calor resulte hostil para el virus.

Otra noticia difundida ampliamente en redes sociales sobre un estudio preliminar chino que intentó determinar cuáles son los grupos sanguíneos más susceptibles a contagiarse de COVID–19; sin embargo, según Susana López “no hay números ni estadística suficiente que sugiera que hay un tipo de sangre preferencial, existen infecciones víricas que sí tienen ciertos grupos sanguíneos y mejores receptores para algunos virus, pero en este caso el estudio no permite concluir algo al momento”.

La carrera por crear una vacuna

 

16 horas después de que el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos anunciara las primeras pruebas en humanos de un prototipo de vacuna contra el SARS-CoV-2, la Academia Militar de Ciencias Médicas de China aprobó los ensayos clínicos de su propia inmunización. No obstante, esta carrera científica y mediática, impulsada en buena medida por la dispersión caprichosa del COVID–19 y las víctimas que ha cobrado especialmente en países desarrollados, no aportará una solución en el corto plazo.

A esta carrera con tintes frenéticos se suman Alemania y el Reino Unido, en conjunto con laboratorios privados como Moderna Therapeutics y CanSino Biologics RIC; sin embargo, la Doctora López Charretón llama a mantener los estándares de la OMS y asegura que por más rápido que se desarrolle esta vacuna, la fase de pruebas llevará como mínimo doce meses: “varios países tienen prototipos de vacunas pero todos deben pasar por pruebas de seguridad, inocuidad y de inducción de la protección en distintas fases de ensayo clínico que llevan por lo menos un año”.

Mitos sobre el coronavirus

 

Además de los mencionados, no existe ningún indicio científico que respalde las ideas de que:

El virus es transmitido por mascotas a humanos. Los distintos estudios realizados hasta el momento coinciden con organismos de salud en que no existe evidencia alguna que apoye la idea de que las mascotas pueden contagiarse o transmitir el COVID–19 a otros animales o humanos.

El ajo u otros alimentos ayudan a evitar el contagio. El ajo es un alimento conocido por sus propiedades antimicrobianas superficiales, pero no existe ningún indicio que le otorgue capacidad alguna para limitar la acción de un virus.

Beber agua caliente o agua tibia de forma continua ayude a evitar el contagio. El COVID–19 ingresa al organismo por el tracto respiratorio y se aloja al interior de las células. No existe mecanismo alguno capaz de “tragar el virus” y “eliminarlo” en el estómago con los jugos gástricos, como mencionan algunos mensajes compartidos masivamente en redes sociales.

Mantener la respiración durante 10 segundos y otras pueden indicar presencia de coronavirus en el organismo. La única forma de saber con certeza si alguien contrajo COVID–19 es mediante una prueba de laboratorio llamada PCR.

Coronavirus y embarazo

 

¿Cómo puede afectar el coronavirus durante el embarazo?

Un estudio demostró que el COVID–19 es más benigno en mujeres embarazadas, provoca menos complicaciones y resultados adversos tanto maternos como neonatales que el SARS-CoV. No obstante, por la “alta incidencia de complicaciones adversas maternas y neonatales” de los otros tipos de coronavirus y la falta de estudios más concluyentes, las mujeres embarazadas que presenten síntomas deben mantenerse bajo supervisión médica.

¿El COVID–19 se transmite de mujeres embarazadas a hijos?

Al momento, no existe evidencia científica sobre la posibilidad de transmisión vertical de COVID–19 congénita (antes del parto), perinatal (durante el parto) o neonatal (tras el parto), por lo que se considera altamente improbable el contagio de madre a hijo.

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